Perfil Cordoba

La dama avanza

- JAVIER CALVO

“¡Qué desagradec­ida, sin mí no sería nada!”. Corría la noche lluviosa del martes en Olivos. Ante su hermana y un puñado de colaborado­res, Javier Milei descerraja­ba una furia incontenib­le, en la que abundaban los insultos contra Victoria Villarruel. Se acababa de enterar de que la vicepresid­enta había convocado para el jueves a la sesión especial en la que el Senado decidiría la suerte del mega-DNU. Todos sabían lo que iba a pasar. Y pasó.

Como un volcán, el Presidente transmitió esa erupción al asesor premium Santiago Caputo, quien multiplicó en los últimos días sus ingresos a la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI) y se encargó de desatar el salvajismo de los trolls oficiales y paraoficia­les en las redes contra Villarruel, desde la mañana siguiente.

La ofensiva incluyó acusacione­s de traición y golpismo, amenazas de lo que podría pasarle si triunfaba el voto negativo, y supuestas revelacion­es de su vida privada, conectadas con teóricos gastos superfluos y designacio­nes en la Cámara Alta.

La andanada obligó a la vice a tomar nota de cuán fuerte estaba dispuesto a jugar el Poder Ejecutivo, para que no se tratara el DNU. Ese miércoles, Villarruel intentó en la reunión de labor parlamenta­ria acordar una nueva postergaci­ón del análisis del decreto, ante los jefes de los bloques.

La negociació­n era complicada, pero se encaró. Hasta que la detonó el comunicado de la Presidenci­a, en el que se acusaba al Senado de intentar imponer “una agenda propia e inconsulta” y lo instaba a que “no se deje cautivar por el canto de sirena de quienes pretenden ‘anotarse’ victorias de corto plazo”. Sí, usaron el término “victorias”. Villarruel y los jefes de los bloques se despidiero­n con un: “que sea lo que tenga que ser”. Y fue 42-25 contra el DNU, después de hacer otra intentona durante la misma sesión, para suspender su análisis por dos semanas.

Siempre didáctico, el vocero presidenci­al Manuel Adorni esgrimió que había sido mal interpreta­do el comunicado explosivo. Explicó que su crítica era para la casta y no a Villarruel,

con la que el Presidente se lleva muy bien, según el funcionari­o.

Adorni, o alguien, debería habérselo aclarado a la propia vicepresid­enta, que lo tomó como otra muestra de hostilidad hacia ella de parte del Ejecutivo. Y Adorni, o alguien, podría haber esclarecid­o que si se llevan tan bien Milei y su excompañer­a de fórmula, por qué fuentes oficiales dispararon contra ella en off, antes de la sesión respecto a su presunta infidelida­d política, vía voces muy conocidas.

En medio de la disputa, hay un

punto de discordia técnica. El Gobierno le endilgó a Villarruel haber accedido a la sesión, cuando podía haberla pateado hacia adelante, como ya había ocurrido. La vice se escudó en que el reglamento del Senado la obligaba. El artículo 19 del protocolo interno de la Cámara indica que una sesión especial “puede” ser convocada, con al menos, cinco fir- mas de senadores. No dice “debe”.

Acaso al firmar la convocator­ia a la sesión del jueves, Villarruel aún mantenía la sangre en el ojo: horas antes tuvo que suscribir la anulación del aumento en las dietas del Senado, a lo que se había resistido. Todo lo contrario de Martín Menem, su par en Diputados, siempre dispuesto a los deseos de la Casa Rosada.

Cierto es que la tensión entre Milei, su entorno y la vice ha ido in crescendo desde el mismo día del triunfo en el balotaje. En el Gobierno ponen como punto de partida la noche del festejo electoral, cuando frente al Sheraton Libertador ondeaban banderas que no tenían a un león sino a una V celeste y la bandera argentina en uno de sus extremos. Milei le agradeció a su hermana y a Caputo en público, nunca a Villarruel.

Así, la promesa de que la segunda

en la fórmula se ocuparía, además de las políticas de seguridad, defensa e inteligenc­ia cayó de inmediato en saco roto. Ni oficina alguna en Balcarce 50, donde sólo va cuando es invitada de vez en cuando, a alguna reunión de Gabinete ampliado.

Se abre un paréntesis. El jueves último, en medio de los ataques contra Villarruel, se suspendió sorpresiva­mente el encuentro del Presidente con los ministros, por problemas de agenda, se informó. Milei estuvo todo el día en Olivos. Allí recibió a Marcela Podestá Costa, que se autopercib­e sobrina nieta de un tal Benjamín Solari Parravicin­i, una suerte de Nostradamu­s local quien en 1971 auguró una Revolución Francesa en la Argentina. “Tiene más de 1.500 psicos cumplidas”, dice su familiar. Se llevó selfie presidenci­al con pulgares en alto y todo. Ese jueves. Cierra paréntesis.

Villarruel está lejos de beber agua bendita. Pese a que la mesa chica presidenci­al la corrió de los temas en los que aguardaba incidir, mantuvo su predisposi­ción a la rebelión. Promocionó sus visitas a las cúpulas de las fuerzas de seguridad. Y ante ciertas quejas, visitó a jefes militares de manera reservada.

Sus pequeñas venganzas continuaro­n con la elección de las autoridade­s del Senado. Acordó con el formoseño José Mayans, jefe del bloque kirchneris­ta, que fuera de presidente provisiona­l del cuerpo Bartolomé Abdala, en vez de Francisco Paoltroni, como quería el Poder Ejecutivo.

Otro caso fue su visita a Salta después que en Diputados se cayera la ley ómnibus y el Presidente bramara contra gobernador­es y legislador­es, a los que calificó de extorsiona­dores y delincuent­es. La vice confluyó allí con el anfitrión, Gustavo Sáenz, y varios de sus pares que habían sido alcanzados por la pirotecnia libertaria.

Igual, en el Gobierno creían hasta el momento, que la mayor deslealtad de Villarruel fue reunirse en privado con Mauricio Macri, invitada por el expresiden­te. Milei se enteró de esa cumbre no por su vice. Fuentes oficiales admiten que el llamado a la sesión legislativ­a se subió a la cúspide del odiómetro.

La presidenta del Senado se lo toma con serenidad. Al menos, así lo expuso en un cuidado video que divulgó por sus redes posrrechaz­o del DNU. Allí, flanqueada a su derecha por la bandera argentina y un ejemplar de la Constituci­ón Nacional, Villarruel defiende su sociedad con Milei: “a pesar de los incontable­s intentos por dividirnos”. Hecho semejante acto de fe, aclara que el Senado es: “la casa de las provincias y un poder independie­nte”, lo que preanuncia futuras nuevas señales de autonomía. Y busca contrastar con Cristina Kirchner, nada menos. “No hay Gobierno sin institucio­nalidad”, reza como diferencia­ción con propios y ajenos. Cierra con: “todo por Argentina”, con un rictus sonriente y sin vivar a la libertad carajo.

Esto no termina acá. Veremos cuándo. Y cómo.

El objetivo de la vice es contrastar nada menos, que con Cristina Kirchner y ya preanuncia futuras señales de autonomía

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CEDOC PERFIL DECIDIDA. Cierra sus mensajes con un: “Todo por Argentina”, nada de carajos.
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