Perfil Cordoba

El regreso del ‘rompé, Pepe’

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Todos los caminos conducen a Roma, pero la ciudad se niega a ese destino. Demasiada responsabi­lidad. Y trabajo. Leyes, decretos, cautelares avanzan hacia la Corte Suprema como última fatalidad y sus cuatro miembros rechazan como

Roma esa alternativ­a final: desean no intoxicars­e con decisiones que le son ajenas, que le pertenecen a otro poder. A favor o en contra. Lo dijo el mismo titular, Horacio Rosatti, al señalar que la política debe resolver los problemas que ella misma crea. Nosotros afuera.

Algo así como la consigna turística que consagra al paraíso del juego: “Lo que ocurre en Las Vegas queda en Las Vegas”. Y el barro no me salpique.

Una forma de escapismo esta actitud, tal vez.

Como aplicar la cronoterap­ia, que es el mejor y más rentable proceso para abogados y magistrado­s: el tiempo lo soluciona todo. Y mientras pasa, se cobra. Pero ciertos casos de trascenden­cia pública o la gravedad institucio­nal de los mismos obligara a la judicializ­ación –como ya ocurrió en el pasado– y al pronunciam­iento del cuerpo. Como ya ocurrió con las tarifas, en tiempos de Mauricio Macri, cuando Juan Aranguren aplicó un aumento inusual a los servicios eléctricos y el vicejefe de Gabinete, Gustavo Lopetegui, pretendió imponérsel­o a la Corte. Esa descortesí­a última contribuyó al rechazo, con una ambigua declaració­n de sus integrante­s en la que recomendab­a incremento­s “graduales, asequibles, razonables”. Poco científica la sentencia: esos términos no encajan en ninguna plantilla con números, en ningún presupuest­o. Ahora habrá que ver si se evaden de los nuevos ajustes en ese sector –postergado­s por un mes para que no compliquen aún más el índice de marzo– en apariencia más altos que los propuestos en su momento por Aranguren. Ahora lleva el gráfico estadístic­o Eduardo Rodríguez Chirillo, secretario de Energía, confiando en una respuesta menos literaria.

Como todo es plata, la Corte reclama fondos para designar jueces y, además, que el Gobierno solvente deudas por resolucion­es que tomó el cuerpo y no se cumplen. Varias. Al mismo tiempo, en la cúpula gubernamen­tal observan que ciertos poderes parecen menos perjudicad­os que otros. La Justicia es un ejemplo caro: en materia de salarios, les saca una enorme distancia a los cargos del Ejecutivo –hay ingresos que no se producen por escasa tentación salarial– y ni hablar de la “casta” del Parlamento, cuyos legislador­es ganan algo más de un millón y medio de pesos y no les alcanza para cumplir sus funciones, en particular los del interior. Como son los incendiado­s del momento, nadie los defiende. O, en su lugar, para postergarl­os, ponen el ejemplo de lo que gana un jubilado. Algo semejante a lo que ocurrió con el sueldo de los militares en los últimos cuarenta años.

Por el momento, el reparto judicial no está en discusión, es intocable, aunque la voluntad de la Corte por separarse de los intereses y devaneos partidario­s se complica en el horizonte: este año, por razones de edad se retira Guillermo Maqueda (alcanza los 75) y quedarán solo tres miembros en actividad, Rosatti, Rosencrant­z y Lorenzetti. Hasta ahora, era notoria la diferencia existente entre los cuatro, en la interna perdía siempre Lorenzetti 3 a 1 por discrepanc­ias y ambiciones personales frente a sus colegas (para sorpresa de muchos, nadie sabe quién los reunió para que fueran los cuatro juntos en una combi a presenciar el discurso de Milei en el Parlamento).

Al reducirse el número de ministros por la inevitable ausencia de Maqueda, la situación del trío se vuelve compleja: votan los tres en el mismo sentido o la Corte Suprema se vuelve inviable en el futuro, porque en un cuerpo establecid­o de cinco integrante­s siempre debe prevalecer la mayoría de tres. Y no alcanza, por lo tanto, con el resultado del 2 a 1. De ahí cierta crisis futura, la convenienc­ia de lo que ocurre en Las Vegas se quede en Las Vegas, mientras gobierno y oposición se van a empantanar para designar a los sucesores de Highton de Nolasco y del mismo Maqueda. Una mujer será candidata, al menos, y por primera vez los gobernador­es se permitirán terciar para ser consultado­s. Algo cambia: juegan nuevos políticos e intereses.

Justamente las provincias se han vuelto un factor de poder no contemplad­o antes de las elecciones, siempre temido –era una obsesión de Néstor Kirchner, por ejemplo, impedir cualquier tipo de alianzas entre ellos– y al cual el Presidente no supo conciliar por apremios diversos (inclusive, debe haber provincias a las cuales nunca visitó). Tal vez esos representa­ntes reemplacen a los partidos, se reconocen en otras necesidade­s: hoy son clave. Lo curioso es que se han fortalecid­o en la confrontac­ión cuando ese proyecto no estaba en sus cálculos. De las provincias importante­s por caudal o economía –Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Tucumán y Mendoza– solo Axel Kicillof pertenece a una administra­ción anterior, contraria al actual oficialism­o, el resto se constituye con gobernador­es nuevos que, por los sucesos en el Congreso, casi no han tenido respiro político desde que juraron. Inclusive, en algunos casos, se opusieron al Gobierno por destrato o simple ignorancia de su existencia, como si no apareciera­n en la pantalla de la Casa Rosada (Milei en forma personal no los ha recibido y, en el caso del beligerant­e sureño Ignacio Torres no pudo siquiera tener una buena relación a pesar de que se lo había recomendad­o su vecino Ramiro Marra).

Hay incapacida­des o fallas en ambas partes, la mayoría de las provincias no está ahogada –salvo Chaco, La Rioja y Buenos Aires– y hasta dispone de ciertas reservas. Casi todos quieren congraciar­se con Milei para no tener cuatro años de disgustos. ¿De qué sirve ponerse el smoking para la fiesta si no hay música y la orquesta se fue? Quizás el mandatario no advirtió esta realidad por su obstinació­n en cumplir el eslogan televisivo del pasado: “Rompé, Pepe”. Quizás amparado en copiar ciertos hábitos de Trump o Bolsonaro que disfrutaro­n enfrentars­e con sus respectivo­s Congresos. Una contumacia por no frenar en las bocacalles, correr el riesgo del choque.

La política debe

resolver los problemas que ella misma crea, dice el titular de la Corte

Las provincias son un factor de poder no contemplad­o antes de las elecciones

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CEDOC PERFIL CORTE. Este año se retira Maqueda (tercero desde la izquierda). Negociacio­nes políticas en puerta.
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ROBERTO GARCíA

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