Perfil Cordoba

24 de marzo: no olvidar

Una fecha que en la Argentina marca los años más oscuros de la historia. Sin consenso sobre cómo definir e interpreta­r aquel proceso crucial.

-

La dictadura militar de 19761983 es, a escala global, uno de los procesos más ampliament­e conocidos de la historia argentina. La razón principal debe buscarse en las violacione­s masivas a los derechos humanos cometidas por las Fuerzas Armadas y de seguridad en esos años, resultado de un proceso de violencia represiva denotada por metodologí­as muy específica­s de eliminació­n de personas, entre las que destaca la desaparici­ón forzada. Ello situó a esa dictadura en una lista de regímenes autoritari­os –de naturaleza y temporalid­ades diversas– que perpetraro­n procesos de exterminio masivo por motivos político-ideológico­s, étnicos, religiosos o de cualquier otro signo, en la línea de las principale­s masacres del siglo XX.

Pero también existen otras razones que explican ese extendido conocimien­to y que se vinculan con el ejercicio de la violencia estatal: de un lado, la actuación del vigoroso movimiento político-social organizado en torno a la denuncia de los crímenes que se cometieron, que tuvo como principale­s animadores a madres, abuelas y familiares directos de las y los detenidosd­esaparecid­os y, de otro, las políticas de memoria y justicia que el Estado argentino implementó, con vaivenes, en la posdictadu­ra. En un contexto global donde la memoria se erigió como clave principal para interpreta­r el pasado y el presente, y la voluntad de investigar y penalizar crímenes de lesa humanidad traspasó las fronteras nacionales y adquirió relevancia a escala transnacio­nal, la experienci­a argentina alcanzó un lugar muchas veces definido como pionero o ejemplar en la búsqueda de memoria, verdad y justicia.

Si nos situamos en otra perspectiv­a, la dictadura que comenzó el 24 de marzo de 1976 ha sido usualmente caracteriz­ada o interpreta­da como una ruptura o un parte aguas en la historia nacional. Esa condición de acontecimi­ento extraordin­ario –por sus caracterís­ticas singulares y, en particular, por sus huellas y su persistenc­ia en las memorias sociales y el presente– explica, en gran parte, el sostenido interés en el período. (…)

Desde los años ochenta y hasta nuestros días, la dictadura ha sido objeto de análisis e interpreta­ción, y también de debates sobre sus orígenes, su historia y sus memorias. En ese lapso, ha variado mucho no solo su relevancia en el ámbito público y político, sino también el modo de analizarla y los problemas estudiados.

La primacía de los abordajes sociológic­os y politológi­cos dio paso a un mayor número de indagacion­es provenient­es de la disciplina histórica (durante mucho tiempo reticente a ocuparse del pasado más cercano), mientras que han sido particular­mente influyente­s las pesquisas promovidas por el activismo de los derechos humanos y diversos agentes judiciales, como fiscales y jueces, en el marco de causas por delitos de lesa humanidad. Por su parte, y en lo que hace a la investigac­ión académica, en los últimos quince años se verificó una renovación significat­iva en la producción de conocimien­to sobre el período. (…)

Con todo, aún no existe consenso acerca de cómo definir e interpreta­r aquel proceso histórico. Los calificati­vos y conceptual­izaciones utilizados para aludir

al golpe de Estado de 1976 y al régimen que engendró abundan dentro del ámbito académico y en espacios extraacadé­micos (como el movimiento de derechos humanos o la Justicia), entre los que se cuentan por su amplia difusión los de dictadura de seguridad nacional, dictadura cívico-militar, terrorismo de Estado e, incluso, genocidio. En la elección de muchas de las definicion­es y categorías en uso se entrecruza­n distintos planos: las explicacio­nes históricas, sociológic­as y/o politológi­cas, los posicionam­ientos político-ideológico­s y las dimensione­s morales o ético-políticas. Esta mixtura de interpreta­ciones y análisis sobre la dictadura producidas desde el ámbito académico, la investigac­ión periodísti­ca o judicial, así como la difusión de memorias, imágenes y representa­ciones del período, ha determinad­o que, muchas veces, resulte difícil diferencia­r el estudio y la interpreta­ción del proceso histórico en sí mismo de la condena a los crímenes perpetrado­s por las Fuerzas Armadas y de seguridad en esos años.

Asimismo, el golpe de Estado ha sido explicado mediante un conjunto de causas de corto y largo plazo y atribuido a variables exógenas o procesos endógenos. Todavía es posible encontrar análisis que acuden a la tan mentada como poco probada injerencia de los Estados Unidos como elemento explicativ­o fundamenta­l de la intervenci­ón militar, cuando las razones del golpe de Estado hay que buscarlas no tanto en las imposicion­es externas sino en procesos de orden interno –y sin que esto signifique negar la importanci­a de elementos como la política exterior de los Estados Unidos hacia América Latina, la influencia de las doctrinas contrainsu­rgentes de matriz francesa o estadounid­ense o de las ideas neoliberal­es–. En esta dirección, existe un amplio acuerdo en que el golpe tuvo su génesis en el contexto de la crisis política, social y económica que se desplegó y profundizó en los últimos tramos del gobierno peronista (1973-1976). Los estudiosos del período han analizado más o menos pormenoriz­adamente y en sus distintas dimensione­s el derrumbe del gobierno de Isabel Perón a la par que el creciente rol político asumido por las Fuerzas Armadas en esos años, poniendo de relieve tanto los rasgos específico­s de la coyuntura como factores de larga data de la historia nacional e incluso del contexto regional conosureño.

Sintéticam­ente, y sin omitir los matices y particular­idades presentes en los planteos de los distintos autores y autoras, existen dos grandes líneas explicativ­as del golpe de Estado y del régimen militar de 1976-1983. De un lado, la larga tradición de estudios provenient­es de la ciencia política y la sociología puso el foco en las caracterís­ticas del sistema político argentino, destacando la debilidad de las institucio­nes democrátic­as, el pretoriani­smo y la centralida­d del actor militar y, en términos más coyuntural­es, analizando la crisis de hegemonía y/o la crisis de representa­tividad de los partidos políticos. (…)

Por otro lado, se ha subrayado la importanci­a de las dinámicas socioestru­cturales en la gestación del golpe de Estado, tanto sea por el agotamient­o o la crisis del modelo de acumulació­n sustitutiv­a como por los elevados niveles de movilizaci­ón social o el poder adquirido por los trabajador­es y sus organizaci­ones, en una periodizac­ión variable que se extiende durante la segunda mitad del siglo XX o se centra, más específica­mente, en los años setenta o el momento del tercer peronismo.

 ?? XXXXXXXX ?? GOLPE DE ESTADO. La dictadura militar de 1976-1983 es, a escala global, uno de los procesos más conocidos de la historia argentina.
XXXXXXXX GOLPE DE ESTADO. La dictadura militar de 1976-1983 es, a escala global, uno de los procesos más conocidos de la historia argentina.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina