Curitas y Lexotanil
probable le permite a Milei convertirse en una pieza clave de la región, no solo por la importancia territorial de la Argentina: se transforma en protagonista de una tendencia que enfrenta a los gobiernos populistas influidos por Cuba, lidera facciones (ya hay partidos mileistas en Chile y Uruguay), se burla de López Obrador, Petro, Maduro, Díaz Canel, seguramente Ortega y hasta Lula. Toca la melodía más dulce que los oídos de EE.UU. pueden escuchar y despacha una colección de insultos y sirvientes” a sus rivales.
Aparte del favoritismo simultáneo de demócratas y republicanos –y de buena parte de la colectividad judía que esta semana lo premia al Presidente y a su hermana en Miami–, ya se vuelve común la llegada de figuras dominantes de los Estados Unidos al país (Elon Musk), altos militares, funcionarios de primera línea, titulares de Fondos y bancos, algunos excéntricos en la disponibilidad del bolsillo: apenas siete miembros de un grupo aterrizaron en un 747 luego la Nación, según ella) o pedir likes a sus mensajes para superar en las redes al mandatario de México. Mientras despide personal en su ministerio e intima a jubilarse a embajadores con ciertas expectativas (por ejemplo, Luis María Kreckler, Enrique Luis Vaca Narvaja, Mónica Clarisa Avogadro, Gustavo Alberto Martino, César Speroni, Carlos Federico Tagle, Marcelo Buffetti, Claudia Zampieri, Guillermo Camarotta, Cristhian Dellepiane Rawson y Alejandra Pico Estrada, entre otros). Alboroto en la “casa” donde nadie hace nada, como el embajador en Caracas al que enviarán ahora a Senegal y al que no podían ubicar siquiera por teléfono cuando ingresaban perseguidos del régimen para asilarse en la embajada.
Avanzó en cambio, la aprobación del Senado a los embajadores propuestos por Milei, lo único que logró el Gobierno del Congreso desde que se instaló en la Casa Rosada, ya que fracasó en cien días con el DNU y la ley ómnibus. Hubo, obvio, un entendimiento que parecía extenderse a un pacto mayor con las provincias esta semana. Sin embargo, Milei volvió a ordenar la supresión de fondos fiduciarios y de asistencia, recortes que lo malquistan con los gobernadores y ponen en peligro el avance sobre la ley. Malas noticias para Guillermo Francos, el operador, quien urde negociaciones y acude a reparar lo que rompe Milei. Aunque también él se equivocó en el inicio de la gestión al reunirse con todos los gobernadores en bloque, unificándolos como malón –recreando una liga que parecía extinta–, en cambio, ahora lo hace con pocos, en caprichosa discriminación, pero tal vez con mejores resultados. Milei, igual, le hará la vida difícil: no tolera retroceder si pone en riesgo el déficit cero, trabajo contable del ministro Caputo. Entonces, a Francos le queda repartir Curitas y algún Lexotanil, quizás insuficientes para tantas demandas.