Ei mató a más de tres mil personas en siria desde que proclamó el califato
Dominar a través del terror es su objetivo, como lo demuestras las espeluznantes estadísticas: desde que se proclamó el califato de Estado Islámico 14 meses atrás, en Siria fueron asesinadas a sangre fría 3.156 personas por la organización terrorista. Sólo en el último mes, 91 personas fueron ejecutadas, según informó ayer el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Entre las víctimas de este último mes hubo 32 civiles, 11 militares de facciones islámicas rivales a los yihadistas, nueve miembros de las fuerzas leales al gobierno de Bashar Al Assad y al menos 39 disidentes de las filas de Estado Islámico.
Las acusaciones para llevar a cabo las ejecuciones van desde la colaboración con grupos rivales a la blasfemia, la brujería y la sodomía. Del total de ajusticiados en un año y dos meses, 1.841 eran civiles, entre ellos 75 menores de 18 años, y 95 mujeres. Dependiendo del tipo de delito por el que se les detuvo, fueron degollados, fusilados, decapitados, lanzados al vacío desde edificios o quemados vivos.
Asimismo, entre esas víctimas fig uran más de 930 miembros del clan árabe suní al Shuitat, de la prov incia oriental de Deir el Zur, y 223 ciudadanos kurdos asesinados con armas de fuego y cuchillos en la ciudad de Kobani, en el norte de Alepo.
Los yihadistas controlan amplias zonas de Irak y Siria desde junio de 2014, cuando declararon un califato en los territorios conquistados en ambos países. Ayer se conoció otro temerario anuncio de parte de la organización fundamentalista: “Decapitaremos a los rebeldes de la oposición después de la oración de los viernes; los habitantes de Sirte entreguen a sus hijas a los combatientes porque con ellos se casarán”. Lo dijo el líder espiritual de Estado Islámico, Hassan al Karami, en Sirte, Libia, otra zona donde el grupo desparrama su terror.
El mensaje fue dado ayer, durante un sermón de la mezquita Al Rabat, donde proclamaron “el emirato de Sirte”. Poco se conoce de la figura de Karami, cuyo seudónimo es Abou Moaweya. Según un activista de derechos humanos en Bengasi, el líder espiritual de Estado Islámico en Sirte militó en la formación de Ansar al-Sharia después de la caída y muerte del ex presidente libio Muamar Kadafi, en 2011.
las víctimas fueron degolladas,
fusiladas, quemadas o lanzadas al vacío