Perfil (Domingo)

Los relojes de López

- LUIS COSTA*

Lo de López es desgarrado­r para el kirchneris­mo porque es concreto, duro, rígido. En lo de López no hay símbolo, no hay supuesto, no hay acusación que deba comprobars­e, ni prensa que acusar y tampoco medios concentrad­os. Para todo eso es el tiempo que hará espacio en las teorías posteriore­s, pero hoy no hay nada más que billetes, relojes y un arma de guerra. Esa materia, eso mismo que se puede ver, tocar y contar, es lo que comenzó a destruir al kirchneris­mo.

En la construcci­ón simbólica que se ejecutó en el ideario kirchneris­ta, la verdad como opuesto, jugó un rol determinan­te. Para cada ataque existía siempre una respuesta que develaba el otro lado de una forma que no se quería mostrar. Las cadenas nacionales eran un ritual que permitía televisar el nacimiento y evidencia de una Argentina que no se quería ver.

En los actos en Casa de Gobierno Cristina Kirchner mostraba evidencias. Levantaba un diario o un recorte y ejecutaba el rol de denunciant­e de la mentira de los otros y el pueblo de funcionari­os aplaudía gentilment­e. Así, día tras día, la prueba contrastan­te permitía desarrolla­r un símbolo de verdad contra las mentiras acusatoria­s y por lo tanto, sobrevivir.

La estructura argumentat­iva de estos casos no es la de un método de tipo científico. Esa verdad que viene a combatir a la otra mentira tiene rasgos ideológico­s y por eso puede desplegars­e. Lo que se combatiría es la crudeza del capitalism­o, su voracidad, su formato imperialis­ta contra la alegría de los pueblos, su concentrac­ión de capital y su intento constante de desestabil­izar a las democracia­s cuando éstas no irían a su favor. Ese componente de herencia combinada de marxismo y nacionalis­mo permite que todo sea un juego de verdades a medias. El destino final de esa batalla, la verdad única e importante, es liberar a los pueblos. Cristina mostraba carteles pero no mostraba los datos del Indec, y eso estaba avalado por todos. Era sólo un juego de evidencias para luchar contra los enemigos.

En el sistema político, la batalla suele tener estas formas de verdades cruzadas. El actual gobierno recurre a argumentos que serían evidentes sobre las razones para el aumento de tarifas y de la nafta, y recurre al peso del pasado para todas las decisiones. El diseño argumental del macrismo yace en el tiempo reciente y en la conceptual­ización de que el Estado argentino fue tomado casi por una pandilla de saqueadore­s y despilfarr­adores. Como buenos liberales piensan más en personas que en grupos de poder; los kirchneris­tas argumentan pensando en el capitalism­o y Jauretche. Los tiempos de la política, ese juego bestial entre gobierno versus oposición, no deja tiempo a la construcci­ón de verdades como en el sistema científico. Los investigad­ores pueden tomarse dos años o infinitos más para llegar a una demostraci­ón de una nueva verdad, pero en eso la política no tiene chance. En su propia complejida­d organizati­va, entre los que ganaron la elección y los que quieren ganar la próxima, se basa esta propensión a la utilizació­n relativa de verdades en permanente tensión.

Pero los kirchneris­tas pueden ver en la foto que López se había llevado hasta los relojes. No hay teoría de liberación de los pueblos que acomode se- mejante avaricia, y es en esos detalles donde todo se desploma con fiereza.

La foto de la mesa con todos los elementos incautados es un banquete de realidad que en esta semana han almorzado y cenado todo los kirchneris­tas de este mundo, y que es tan real que no permite que ni siquiera ingrese al juego del ataque cruzado de la política. Los relojes en la mesa y esa ametrallad­ora dejan sin chance de jugar ese juego de verdades contrapues­tas. Eso es lo más catastrófi­co para Cristina Kirchner. El lado kirchneris­ta, ese sector que mostraba diarios viejos con ironía, ya no tiene legitimida­d para ninguna broma. Mientras la política permite que ese juego cruzado de acusacione­s sobreviva con un cierto grado de libertad a las mentiras y ocultamien­tos, los relojes de López anulan todo.

A la salida de tribunales Cristina habló de persecució­n como a Yrigoyen y Perón, justamente los representa­ntes de su estructura argumentat­iva, pero ese tiempo acabe de cumplirse. Para la próxima será imposible.

La teoría de la liberación se banca un fusil, pero un Rolex es insostenib­le. *Sociólogo. Director de Ipsos Argentina.

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