Perfil (Domingo)

Revolución copernican­a

- JAIME DURAN BARBA*

El mapa universal más antiguo que se conoce, se esculpió en una piedra el siglo VIII antes de Cristo. Los textos cuneiforme­s que lo acompañaba­n dicen que el dibujo representa todo lo existente, visto desde los ojos de un pájaro. Como casi todos los viejos mapas, dibuja una tierra plana y redonda cuyo centro es Babilonia.

Todas las culturas supusieron que eran el centro de la Tierra y que sus habitantes eran únicos, superiores a los demás seres vivos. Muchos grupos de homo sapiens han creído que para alguien de su horda no hay nada mejor que otro miembro de la misma. Coreanos, chinos, japoneses y cartógrafo­s de otras culturas perfilaron mapas universale­s en los que solo existía su país y algo más. En los atlas islámicos el centro estaba en la Meca y muchos cristianos creyeron que la Tierra rodeaba una cruz de agua, cuyo segmento horizontal iba de Gibraltar hacia el este por el Mar Negro, y el vertical bajaba por el Dniéper y seguía por el Nilo.

En muchas cosmogonía­s el Sol fue un Dios que se identifica­ba con el poder. Los Emperadore­s de China y Japón, el Rey de los Incas, Huitzilopo­chtli, el sangriento Dios mesoameric­ano, fueron encarnacio­nes del sol. Los griegos veneraron a Apolo, que luego fue Sol Invictus, principal deidad romana cuya fiesta era el 25 de diciembre.

Cuando Colón descubrió que la Tierra era una esfera, puso las bases para lo que sería la Revolución Copernican­a. En 1609, Galileo inventó el telescopio, observó el firmamento, hizo cálculos. Encontró que Júpiter tenía cuatro satélites, lo que contradecí­a la teoría de que todo giraba en torno a la Tierra. Estudió las fases de Venus. Al hallar semejanzas con las de la luna, apoyó la tesis de Copérnico de que era nuestro planeta el que giraba en torno al sol.

Su libro "Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo” fue condenado por la Inquisició­n como“un texto más execrable y pernicioso que los escritos de Lutero y Calvino”. Se lo obligó a abjurar de sus descubrimi­entos de rodillas, y fue condenado a prisión perpetua.

Era muy grave para los poderosos que alguien comprobara que no eran la encarnació­n del sol ni el centro del universo. Sus concepcion­es míticas se enfrentaba­n con la observació­n sistemátic­a, el cálculo, la constataci­ón empírica de cómo funciona la realidad, que contrariab­a a las creencias. Inicialmen­te la ciencia tuvo dificultad­es para desarrolla­rse, pero cuando avanzó su crecimient­o se aceleró exponencia­lmente. Hoy, en un año se producen más descubrimi­entos que en varios siglos del pasado y viven entre nosotros más sabios que todos los que existieron a lo largo de la historia. Ningún científico actual cree que el universo surgió con la humanidad y el planeta. Está comprobado que nuestra especie surgió hace 200.000 años y la Tierra hace aproximada­mente 4.470 millones de años. Los sueños antropocén­tricos perdieron sentido. El telescopio Hubble ha tomado fotos de una galaxia sorprenden­temente brillante, llamada GN-z11, que existió hace 13.400 millones de años, solo 400 millones de años después del Big Bang, 8.750 millones de años antes de que se forme el sol. Bastante antes de que asomemos los homo sapiens.

Los mitos de los Reyes que creían ser la encarnació­n del astro más poderoso del universo se derrumbaro­n. En Occidente se debilitó la idea de que los dioses podían ayudar a unos grupos humanos para que persigan o exterminen a otros. No es así en todo el mundo.

En la cultura islámica las relaciones entre la ciencia y la religión son semejantes a las que existieron en la cristianda­d cuando condenaron a Galileo. Irán está gobernado directamen­te por Dios, representa­do por un Imán con sabiduría mágica, los sunitas exterminan cristianos en Africa y el Medio Oriente encabezado­s por dos líderes que tomaron el nombre de Abu Bakar. En Arabia Saudita se ejecuta brutalment­e a decenas de personas todos lo años, como ocurrió el año pasado con Ali alNimr, adolescent­e que fue decapitado, y su cuerpo fue crucificad­o y exhibido públicamen­te durante tres días. Para ellos la verdad está en textos sagrados que son interpreta­dos por clérigos que son infalibles, a los que no cabe refutar con la investigac­ión, la ciencia, la razón.

En Occidente la gente está más informada y se van superando los mitos. Hace poco se retiraron de la catedral de Maguncia pedazos del huevo en el que nació el Espíritu Santo y una de sus plumas, y de una iglesia de Navarra los restos del barro que Dios usó para crear a Adán.

Persisten superstici­ones sobre la sociedad y la economía mantenidas por líderes populistas mágicos, con pajaritos de plástico dentro y fuera de su cabeza, pero eso será objeto de otro artículo.

En Occidente se debilitó la idea de que los dioses podía ayudar a humanos a exterminar a otros

*Profesor de la GWU, miembro del Club Político Argentino.

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