Alicia a través del dibujo
En el principio fue John Tenniel. El primer ilustrador de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, la edición publicada en 1865, era un notable dibujante que recibió un pedido muy estricto de Lewis Carroll. De hecho le envía la foto de una niña para que la copie. Para que la de su corazón, y a la que le había dedicado una versión inicial de esa obra maravillosa que se le ocurrió para entretenerla a ella y a sus hermanas durante un paseo por el lago, se parezca mucho a la manera que él la pensaba. En realidad, el manuscrito original Las aventuras subterráneas de Alicia, ese relato que inspirará la saga de Las aventuras… y Alicia a través del espejo, ya tenía dibujos y eran los del propio diácono anglicano Charles Lutwidge Dodgson, que, se sabe, son el nombre y la profesión verdaderos de Carroll. A pesar de ese comienzo tan pun- tilloso sobre la apariencia del personaje principal y las intenciones de su autor de que Alicia, la destinataria real del relato, se volviera personaje, al tiempo de crear ese efecto de coincidencia extrema, el libro ha sido muchas veces ilustrado. Demasiadas, podríamos decir, cuando ya creíamos que la imaginación sobre la pequeña parecía haber logrado su forma exacta. Muchos grandes artistas sumaron sus intenciones de representar las aventuras, a la niña y a sus amigos en uno de los viajes más psicodélicos de la literatura con tan sólo unos frasquitos de brebajes de efectos conocidos. A esos dibujos, también, habría que adosarles las materializaciones en el cine y para Alicia, Humpty Dumpty, el Gato de Cheshire, entre otros, tenemos varias configuraciones, y todas llevan a una única amalgama de sentidos con los que nos acostumbramos a convivir.