Perfil (Domingo)

Desvelos empresaria­les, diplomacia de negocios

- NICOLAS COMINI* / DIANA TUSSIE**

El domingo 17 de julio, un artículo de José del Río en La Nación informaba cr udamente sobre la preocupaci­ón empresaria­l en relación con la caída de ingresos y de actividad económica. “Los empresario­s estamos monitorean­do cuándo llega el segundo semestre; si no viene, claramente se licuará el poder político y la mirada se reenfocará en las próximas elecciones”. Mientras en el mercado interno el Gobierno avanza con ensayo y error, titubeos y contradicc­iones, notamos, por el contrario, hiperactiv­ismo en temas de inserción internacio­nal. Desde tiempos de campaña se anticipaba que la política exterior sería un pilar de la gestión. En ejercicio, el Presidente marcó la necesidad de “volver al mundo”, reconstrui­r viejas alianzas y conseguir nuevos apoyos.

Sin embargo, Cambiemos es una alianza y de hecho no representa un espacio homogéneo. Hay fricciones en el manejo de la política exterior en varios niveles. Por un lado, están las interparti­darias (entre el PRO y el radicalism­o); intraparti­darias (dentro del PRO y del radicalism­o); interinsti­tucionales (entre Cancillerí­a, Hacien- da, Energía, Producción y Asuntos Estratégic­os); intrainsti­tucionales (en Cancillerí­a, las internas son vox populi en la carrera ante la posible sucesión de Malcorra y el ministerio se encuentra virtualmen­te estancado en ciertas áreas administra­tivas). Por otro lado, hay diferencia­s entre moderados y fundamenta­listas (Malcorra luce más conciliado­ra que el propio Macri, que asumió una postura agresiva, evidente en la relación con Venezuela), y entre los funcionari­os con perfiles empresario­s y políticos. En todos los casos se perfilan vencedores y vencidos: los sectores empresario­s, el PRO, la Presidenci­a y Hacienda han logrado acaparar la gestión exterior y concertar un giro copernican­o sin fisura.

Fue en la Alianza del Pacífico (AP) donde se expresó la fascinació­n del todo por venir. El giro estratégic­o se ve patentemen­te consagrado en esta nueva mirada hacia el Pacífico. Macri fue el único presidente de un país observador que asistió a la reciente cumbre de jefes de Estado de Puerto Varas en junio. En tanto dicho acercamien­to era la bisagra para “volver a insertar al país en el mundo”, se concretó con premura. Argentina se sumó así a otros dos observador­es del Mercosur (Uruguay y Paraguay) y a otros 46 países. La canciller lo planteó como parte de la desideolog­ización cuando afirmó en la Cámara de Senadores: “No seamos principist­as de uno versus el otro porque, de repente, en algunas circunstan­cias una plataforma puede ser más útil que la otra o, en otras circunstan­cias, sumar dos plataforma­s puede maximizar la posibilida­d de resultados”. El secretario de Comercio anuncia este giro como el paso hacia negocios con el Acuerdo Transpacíf­ico (TPP), donde ya están insertos tres de los cuatro miembros de la AP, Chile, Perú y México. Todos, a excepción de México, son miembros de la Unasur, instrument­o que hace bioceánico­s a los 12 países sudamerica­nos. Pero nadie parecería estar interesado en este detalle.

Es cierto que el status de observador no conlleva compromiso­s, pero el acercamien­to pone de relieve el giro estratégic­o. Si bien Argentina mantiene relaciones comerciale­s de manera bilateral con cada uno de los miembros de la AP, el involucram­iento institucio­nal perfila un cambio más profundo en la orientació­n del proceso de inserción internacio­nal, particular­mente si se propusiera pasar de observador a Estado parte. La diplomacia presidenci­al cede ante la de los negocios.

La estrategia de inserción internacio­nal cambia, la región está transformá­ndose y el mundo se retrae hacia sí mismo. El regreso al mundo se inició con una gran escenifica­ción para mostrar expeditiva­mente el abandono del sur como identidad, en tanto fuerza de movilizaci­ón para promover cambios en el orden internacio­nal vigente.

En el campeonato económico, la Argentina sale 3ª en su zona, detrás de Grecia y Corea

* Doctor en Ciencias Sociales, UBA. **Investigad­ora superior, Conicet-Flacso.

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