Perfil (Domingo)

La sindicaliz­ación en las minas, el eje de un conflicto brutal

- FACUNDO F. BARRIO

Tras el asesinato del viceminist­ro boliviano del Interior, Rodolfo Illanes, el presidente Evo Morales afirmó ayer que “el gobierno nacional ha derrotado otra vez un golpe de Estado”, en alusión a las protestas de mineros cooperativ­istas que derivaron en el crimen de Illanes en aparente venganza por la muerte de tres huelguista­s a manos de la policía. Morales aseguró que las autoridade­s encontraro­n documentac­ión en las oficinas allanadas de las cooperativ­as en las que se hablaba de “tumbar al gobierno”.

Más allá de las teorías conspirati­vas que echó a rodar el Ejecutivo, que afirma que la movilizaci­ón de los mineros es “usada” por factores de poder para desestabil­izar al oficialism­o, en el eje del conflicto aparece una reforma legal impulsada por Morales que despertó gran preocupaci­ón en la Federación Nacional de Cooperativ­as Mineras (Fencomin), representa­nte de un sector que durante años ha sido un valioso aliado del Movimiento al Socialismo (MAS).

A principios de mes, la Fencomin se declaró “en pie de lucha” cuando la Asamblea Legislativ­a boliviana incorporó un artículo a la Ley General de Cooperativ­istas en el que se admite la existencia de sindicatos en el interior de las minas cooperativ­as. El presidente de la Fencomin, Carlos Mamani, no pudo haber sido más explícito en su rechazo: dijo que “honestamen­te” no quieren “permitir ninguna sindicaliz­ación en las cooperativ­as” ya que “conocemos la actitud que toman los sindicatos” –aludía a reclamos salariales– y “el sector se podría volver ingobernab­le”.

Mamani fue imputado ayer por la fiscalía de La Paz como uno de los presuntos autores intelectua­les y materiales del asesinato de Illanes.

La conducción de los cooperativ­istas, que representa a 130 mil afiliados, argumenta que los sindicatos no tienen nada que hacer en sus minas ya que allí no existen vínculos obrero-patronales. Lo curioso es que, al tiempo que reclaman que se preserven intactas las relaciones laborales tradiciona­les en las minas, las cooperativ­as exigen al gobierno un permiso para asociarse con las grandes mineras privadas multinacio­nales. Por ahora, Morales no cedió.

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DPA IMPUTADO. Mamani, líder de los mineros cooperativ­istas.

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