Foto de estrellas
La infancia de Mario Testino puede ser leída en Los cachorros, la perfecta nouvelle de su coterráneo Mario Vargas Llosa. Si bien la suya fue un poco posterior, nació en Lima en 1954, las coordenadas de una sociedad machista y opresiva, de una burguesía adocenada, todavía estaban vigentes. La historia de Pichula Cuéllar, el niño emasculado por un perro y por lo tanto, segregado del mundo varonil por “esa falta”, no necesita repetirse tal cual: aquí es metáfora. También de la adolescencia que, entre fines de los 60 y mediados de los 70, al gran fotógrafo del glamour y las estrellas se le ocurrió vestirse como David Bowie, en Ziggy Stardust. Nadie en el barrio pensaba que era un extraterrestre: directamente le gritaban “maricón”. Se gastaba todo lo que tenía en taxis porque en el transporte público se le complicaba aún más. Un poco por esto y otro poco por su madre que colaboró mucho en que fuera él mismo y no el niño que toda familia peruana (conservadora de cualquier parte) quería que fuera, se fue en 1976 a Londres. El lugar en el que algunos Marios peruanos encuentran lo que estaban buscando. Se tiñó el pelo de rosa y se fue a vivir a un hospital abandonado con muchos otros amigos. Los squatters la pasaban bien: vestidos de doctores y enfermeros organizaban grandes eventos y se divertían mucho. Para él, Inglaterra de fines de los 70 y 80 fue oportunidad y crecimiento. Nada de lugares comunes de crisis y estancamiento que caracterizan al período. Es la contracara perfecta de las nociones de colapso que algunos reclaman para esos años oscuros ingleses. Para ver explotar su carrera hay que esperar que con el encanto que tuvo desde siempre sedujera a Lady Di. De la mano de la plebeya se convirtió en el fotógrafo de la realeza.