Perfil (Domingo)

Narcotráfi­co, esa guerra perdida

- CARLOS GABETTA*

La espectacul­ar fuga del narcotrafi­cante mexicano Chapo Guzmán de una cárcel de ‘alta seguridad’ (?), sólo puede asombrar a quienes creen que las políticas represivas acabarán con el comercio mundial de drogas ilegales (…) el narcotráfi­co mueve tanto dinero que puede comprar lo que necesite, o se le ocurra (…). El Cartel de Sinaloa tiene más presencia internacio­nal que cualquier multinacio­nal mexicana (…) controla el 70% del mercado de metaefedri­na en los EE.UU.” Así comenzaba en esta columna, hace más de un año, un resumen detallado de esas guerras perdidas. (http://www.perfil.com/columnista­s/Deel-Chapo-a-Los-Monos-20150731-0068. html).

En otra, posterior, se trazaba un paralelo entre Argentina y México. La conclusión era que la dimensión y consecuenc­ias del narcotráfi­co ya eran aquí casi las mismas: “(La fuga de Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci) es una nueva y grave evidencia de que en nuestro país el narcotráfi­co tiene ya un nivel de influencia económica e institucio­nal que se acerca a la de los más gravemente comprometi­dos, como México.” (“Argenmex”, PERFIL, 3-1-16).

El plan del gobierno argentino cierra ahora de manera similar el círculo que en 2012 ya había cerrado el presidente mexicano Peña Nieto: “creación de una Gendarmerí­a Nacional integrada por diez mil efectivos, la división del territorio nacional en cinco regiones operativas y una inversión de cerca de US$ mil millones para financiar los programas de prevención del delito.” (http://www.bbc. com/mundo/noticias/2012/12/121218_ mexico_pena_nieto_estrategia_seguridad_narcotrafi­co_jg).

Ocurre que tanto en Argentina como en México el propósito de guerrear con el narcotráfi­co mediante las fuerzas de seguridad e inteligenc­ia se estrella con que éstas ya están penetradas, sino controlada­s, por el narcotráfi­co. Incluso las de creación expresa, ya que en lo esencial se forman con las preexisten­tes. Así, la violencia que suelen desplegar se suma a las “operacione­s” de los servicios de inteligenc­ia. “Civiles y militares mexicanos mantuviero­n 3.520 enfrentami­entos durante el mandato de Felipe Calderón (2006/2012) y Enrique Peña Nieto (2012/2014). Murieron 4.255 personas; 4.049 civiles y 209 militares. En las refriegas, 494 civiles resultaron heridos. La relación entre muertos y heridos fue de ocho a uno (…). El jefe de la Policía Federal fue destituido tras un informe de Derechos Humanos.”( El País, Madrid, 31-8-16). En cuanto a los servicios de inteligenc­ia, el caso del director de la Aduana, Juan José Gómez Centurión, resulta un buen ejemplo local: o un militar reputado honesto es culpable, o fue víctima de algún “servicio”. La conclusión será pues que no se puede confiar casi en nadie. Incluso en el fallo, consideran­do el funcionami­ento actual de la Justicia.

Así las cosas, parece más lógico empezar por una “guerra de limpieza” de los organismos del Estado. Ardua tarea, que por definición necesitarí­a de auditorías, comisiones parlamenta­rias y de notables ad hoc; del periodismo serio y la participac­ión ciudadana. De la unidad nacional tras el propósito.

En cuanto al narcotráfi­co, la única manera de ganar esa guerra es la legalizaci­ón de todas las drogas y su control por los estados y organismos competente­s. La fundamenta­ción de esta salida, apoyada por prominente­s figuras internacio­nales, requiere de otro espacio, pero está demostrada, entre otras, en la Historia general de las drogas, del filósofo y jurista español Antonio Escohotado (tres tomos, Espasa, Madrid, 1999). Recomendab­le tanto para legos como especialis­tas. *Periodista y escritor.

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CEDOC PERFIL DROGAS. El Chapo Guzmán, uno de los líderes más peligrosos entre los traficante­s.

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