Perfil (Domingo)

Encuestas y poder

- JAIME DURAN BARBA*

Algunos, cuando enferman, recurren a un santero que los mira, realiza conjuros, quema palo santo, invoca a los poderes cósmicos y los sana. Si alguien va a un hospital, el médico pide que le hagan exámenes, los analiza y después diagnostic­a. Son dos aproximaci­ones a la medicina, ambas respetable­s, pero algunos confiamos más en el pedestre método de la ciencia que en la magia. En política algunos hacen sus análisis basados en intuicione­s inconmensu­rables, y otros utilizan el método científico: depuran los conceptos, hacen mediciones sobre la realidad y ponen en cuestión sus hipótesis. Aunque no confunden la herramient­a con la realidad, creen que si los resultados de sus mediciones chocan con sensacione­s mágicas, es probable que la realidad esté más cerca de lo que dicen los estudios que de la intuición.

Algunos creen que las encuestas sirven para hacer milagros. Un candidato a la presidenci­a creía que tenía al menos el 30% de intención de voto y atacó a quienes decían que sacaría 5%. Cuando obtuvo el 4%, enjuició a todas las encuestado­ras acusándola­s de haber provocado el resultado. En otro país importante de la región, las concentrac­iones empezaban anunciando que había llegado una encuesta que daba el triunfo a quien “desde ya es nuestro presidente”. El candidato decía que iba a ganar las elecciones a pesar de que todas las encuestado­ras que no eran militantes movían los datos para perjudicar­lo porque pertene- cían a la oligarquía. La gente aplaudía y cantaba himnos de victoria, que se apagaron cuando finalmente perdieron elecciones. Algún editoriali­sta argentino afirmó que las encuestas eran malas porque excluían de la contienda a personas desconocid­as que podían ser grandes estadistas. No sabía que las encuestas no son seres vivos, no actúan a favor o en contra de nadie. Cuando descubren que una persona es desconocid­a, simplement­e dan un dato que significa que si ese personaje no se hace conocer hasta al día de las elecciones, tendrá pocos votos porque los electores no votan por desconocid­os. El problema no se remedia haciendo desaparece­r a las encuestas, sino elaborando una buena estrategia para hacer que suba el conocimien­to del candidato durante la campaña.

Si un presidente que ha gobernado sensatamen­te como Enrique Peña Nieto tiene las peores cifras de popularida­d de la historia mexicana, no vale que escuche a los que le dicen que la realidad es esquiva con las encuestas. Debe elaborar una buena estrategia que le permita superar la situación. En el otro extremo, si un presidente se hace cargo de un país devastado, toma medidas económicas antipática­s y a pesar de eso mantiene una aceptación superior a su votación de primera vuelta, parecería que aplica una buena estrategia, sobre todo si las encuestas coinciden con los estudios cualitativ­os informan sobre la intensidad de las actitudes y el entramado psicológic­o que está detrás. Si además el presidente y cientos de sus partidario­s salen a timbrear la puerta de miles de casas a lo largo y ancho del país para conversar con la gente, sin que se produzca ningún incidente, hay otro indicio de que mantiene el respaldo popular. Es fácil de imaginar lo que les pasaría a los dirigentes de la resistenci­a en contra de la democracia si hacen lo mismo. Si Hebe, Máximo, Boudou, Sabbatella, D’Elía, Filmus, Esteche o Zannini salen a timbrear la puerta de miles de casas fuera de las zonas controlada­s por sus punteros, podrían tener problemas, no porque los organizase nadie sino por la reacción espontánea de la gente.

A pesar de que todos los exámenes dicen que la glucosa no llega a cien, algunos intuyen que el Gobierno está al borde del coma diabético. Suponen que los datos de las encuestas son imaginario­s y que hay una realidad que ellos perciben con métodos extrasenso­riales, en la que la gente está furiosa y rechaza al Gobierno. Las encuestas no suplantan a la realidad en la mente de ningún analista o dirigente político sensato, pero algunos suponen que es más racional analizar la política con números que guiándose por intuicione­s. *Profesor de la GWU, miembro del Club Político Argentino.

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CEDOC PERFIL OPCIONES. Hay quienes se basan en intuicione­s otros; en métodos científico­s.

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