Perfil (Domingo)

Kodama: contra la distorsión y el bastardeo

- O.A.

María Kodama considera que el placer de la literatura necesariam­ente termina cuando comienza el proceso de edición. “Con tantas que publican la obra de Borges es imposible, y se necesita una mente práctica que yo no tengo. Además de conocimien­to legal, que tampoco tengo. Me equivoco en todo y todo el tiempo, pero nunca dos veces en lo mismo”, dice la viuda del escritor. Para esos menesteres cuenta nada menos que con la asistencia de Andrew Wyl ie, el Chac a l, el poderoso agente literario neoyorquin­o. “Wylie fue el único que no me tironeó en Ginebra, después de la muerte de Borges, por los derechos de la obra”, dice Kodama, quien además le reconoce la insistenci­a para publicar Homenaje a Borges, el libro en el que reúne veinte de sus conferenci­as. Aurora Bernárdez, la viuda de Julio Cortázar, se lo recomendó. Kodama recuerda que su primer contacto con la obra de Borges fue la lectura del cuento Las ruinas circulares, cuando tenía 10 años, en “una revista que había en mi casa, segurament­e un ejemplar de Sur”. La primera línea del relato, “Nadie lo vio desembarca­r en la unánime noche”, dice, “me transmitió una intensidad, una música a través de las palabras y me atrapó para toda la vida”. Dos años después, escuchó una de sus conferenci­as, llevadas por un amigo de su padre. Lo conoció per- sonalmente a los 16 años. Más tarde sería discípula, amiga y mujer del escritor. Y finalmente su albacea. Como tal, dice que su misión es “cuidar” la obra: “Tengo que evitar que la distorsion­en y la bastardeen. Para él era su alma. Yo no puedo permitir absurdos”. En esa línea se inscribió su denuncia de Instantes, un poema apócrifo atribuido a Borges, cuyos orígenes remiten a un suelto publicado en 1953 en el Reader’s Digest y que fue dado por bueno por críticos especializ­ados y escritores de renombre. También la embestida judicial contra El Aleph engordado, el relato de Pablo Katchadjia­n, de la que no desiste. Kodama considera injustas las críticas que recibió por publicar textos de juventud y escritos dispersos de Borges: “Fui crucificad­a. No son textos que saqué de la nada, sino reedicione­s que los lectores tenían interés en conocer, por ejemplo en las universida­des, y que estaban en el Instituto de Literatura Argentina y en la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras. Creo que contribuye­n al mejor conocimien­to de la obra”. En Homenaje a Borges argumenta contra las biografías, aunque asegura que no piensa en las que se dedicaron al autor de Ficciones: “Son una ilusión, una invención –sostiene–. Las fantasías del paciente, como dicen los psicoanali­stas. Un biógrafo debería ser capaz de entrar dentro de su personaje. En realidad proyecta sus frustracio­nes y sus problemas psicológic­os”.

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SOBRE LAS BIOGRAFIAS. “Son una ilusión, una invención”, dice Kodama.

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