El arte como puerta hacia el alma
Hoy se realiza una gala de ballet en el Teatro Colón, de la que participarán bailarines del Ballet de Hamburgo, del Royal Ballet de Londres, del Ballet de Stuttgart, del Ballet de la Opera de París, y una presencia absolutamente extraordinaria: Alessandra Ferri, artista exquisita que es emblema de la danza total. Esta italiana del mundo supera sus propios límites, pues luego de su retiro en 2007, cuando tenía 44 años, fue progresivamente regresando a los escenarios. Como le declaró a PERFIL en 2014, “comprendí que la danza es parte de mí, que no es un trabajo para mí, sino que es parte de lo que yo soy. Sin la danza, es como si no respirase lo suficiente”. Desde 2013 participó en diversos proyectos, cada vez más exigentes. Recientemente, volvió a bailar uno de sus históricos y ovacionados roles, Julieta. A sus 53 años hizo Romeo y Julieta, de Kenneth MacMillan, en el Metropolitan Opera House, junto al American Ballet Theatre (ABT) de Nueva York, la compañía en la que se desarrolló durante veinte años y de la que se había despedido. Pero en Alessandra Ferri no se resume meramente la proeza de desmentir el paso del tiempo, sino la perdurable exquisitez de una bailarina que borra los pasos y se convierte en estela.
—¿Qué vas a bailar?
—Junto a Herman [el argentino Herman Cornejo, pareja habitual de Ferri desde su regreso a los escenarios, y estrella del ABT], vamos bailar Rapsodie, un pas de deux de Frederick Ashton, que había creado para Mikhail Barishnikov, y después el pas de deux contemporáneo Le parc, de Angelin Preljocaj, con música de Mozart.
—¿Fue el director del Ballet Estable, Maximiliano Guerra, quien te convocó a esta gala? ¿Cuánto influyó que fuera él quien te invitara, para que aceptaras?
—Sí, exactamente, fue Maximiliano quien me invitó y eso incluyó muchísimo para que yo viniera. Con él, hemos bailado tantas cosas juntos. En el Colón, hemos hecho Oneguin… Tengo mucho afecto por Maximiliano, un amigo que quiero mucho. Yo amo
exquisita bailarina participa de una gala de ballet en el Teatro Colón. Considera que no hay una edad límite para seguir en los escenarios. Elogia a sus amigos Maximiliano Guerra y Julio Bocca.
Buenos Aires, amo el Colón, tengo una historia de tantos años con la ciudad, con la gente, pero no me gusta bailar en galas; nunca me gustó y ahora, mucho menos. Pero, Maximiliano, el Colón, bailar con Herman, con quien no había bailado nunca en el Colón… entonces me pareció que todo era justo.
—¿Qué condiciones son necesarias para el éxito de un bailarín? ¿Es necesaria algu-
—Para el éxito, se necesitan muchas cosas. Lo primero es el talento, que no es sólo aptitud física o predisposición a la danza, sino también humildad, inteligencia, pasión, contacto con el interior. Además, para tener una carrera independiente, se debe tener coraje, para dejar las certezas y para afrontar nuevos mundos solo. Las oportunidades llegan. No hace falta una estrategia para eso, sino el coraje de vivir las oportunidades.
—¿Qué experimentás cuando estás bailando?
—La danza es la puerta a mi alma, es mi luz. Cuando bailo, estoy en contacto con quien verdaderamente soy. La danza es la puerta a la libertad. Pero la libertad es una conquista. La danza es verdaderamente difícil. Implica trabajo y pasión todos los días. Me confronto con este deber y este desear.