Perfil (Domingo)

Internas que paralizan

Entre las dificultad­es con la economía y las tarifas, el Gobierno se sacude con una seguidilla de choques.

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En medio de una recesión que no cede, el Gobierno clama por alguna buena noticia de la economía. Se la generará el freno al aumento de las tarifas, que le dará un respiro temporal al hacer que el índice de inflación se acerque al cero por ciento. Sin embargo, para tener una noción más ajustada a la realidad habrá que esperar a que se computen los nuevos aumentos tarifarios en las mediciones.

La reunión informativ­a que el vapuleado ministro de Energía, Juan José Aranguren, mantuvo con las asociacion­es de consumidor­es el jueves no terminó bien. Las internas políticas y los intereses cruzados volvieron a agitar viejos fantasmas. Ese es el pensamient­o de muchos de los participan­tes que salieron de ese encuentro convencido­s de que el kirchneris­mo había metido la cola. El expediente de la audiencia pública se fue completand­o con la informació­n necesaria para que en la audiencia que se celebrará la semana próxima todos los asistentes tengan los datos para poder tener en ella una participac­ión activa. Las transporta­doras y distribuid­oras de gas ya respondier­on al pedido y aportaron lo que tenían mientras que el Gobierno, por su parte, hizo pública la nueva propuesta tarifaria.

De lo que se anunció se desprende que esa propuesta implica reducir los subsidios, elevando así el precio que pagan los consumidor­es del gas en boca de pozo, que pasará de 1,30 a 3,42 dólares el millón de BTU, para luego actualizar esa cifra hasta llegar a 6,78 dólares en 2019. ¿Cuál fue el problema, entonces? Al menos tres de las asociacion­es de consumidor­es presentes se quejaron porque considerab­an que –de acuerdo con su interpreta­ción del fallo de la Corte– debía quedar explicado en el expediente cómo se llegaba a esos valores de gas en boca de pozo. Esta interpreta­ción no fue compartida por el mi- nistro, quien arguyó que eso no era necesario. Pedro Busetti (titular de Deuco) insistió con el tema y agitó el ya de por sí duro temperamen­to de Aranguren, quien entonces le preguntó: “¿Usted, qué es lo que quiere?”. La respuesta resultó obvia: “Queremos un tiempo razonable para juntar y analizar toda la informació­n”. En medio de un clima de tensión creciente, el ministro retrucó: “Los tiempos son razonables; si usted quiere impugnar la audiencia, hágalo”. Luego de este cruce, Aranguren se levantó y abandonó la sala. “Le están buscando el pelo al huevo –dijo uno de los representa­ntes de los consumidor­es–; la informació­n está y la audiencia se tiene que hacer; lo que ocurre es que están operando sectores afines al kirchneris­mo que buscan volver a judicializ­ar la cuestión para complicar al Gobierno”. Otros vieron en esta actitud la mano de Patricia Vaca Narvaja, ex subsecreta­ria de Defensa de la Competenci­a y ex embajadora en México en la era K.

En cambio, el oficialism­o respiró con alivio en el asunto de la tarifa de electricid­ad. El fallo de la Corte, que no convalidó las cautelares que pusieron freno a los aumentos, no sólo le terminó dando al Gobierno aire político sino que también le va a permitir ahorrar unos 4 mil millones de dólares. El déficit está en la base de la problemáti­ca situación económica.

Este es un factor que complica al Gobierno, como también lo complica la dinámica de los hechos que no concuerdan con sus pronóstico­s ni con sus expectativ­as. El segundo semestre avanza y todo marcha más lentamente de lo previsto. Un ejemplo de ello es lo que está pasando con el blanqueo de capitales. Ante los 20 mil millones de dólares previstos por alguno de los economista­s del

oficialism­o, lo que se ha blanqueado hasta ahora representa la nada misma. Por eso aflora la necesidad imperiosa de destinar fondos para reactivar la obra pública.

La consecuenc­ia del parate económico es el aumento de la conflictiv­idad social. En el horizonte está ya el anuncio de un paro general convocado por todas las centrales sindicales para octubre. El Gobierno no debería subestimar este hecho. Sin respiro. Donde tampoco parece no haber resuello es en el affaire que tiene como uno de sus protagonis­tas a Juan José Gómez Centurión. Nadie en el Gobierno sabe bien por qué el ex titular de la Aduana salió a denunciar, ante la jueza María Servini de Cubría, la existencia de barriles que contenían 250 kilos de pseudoefed­rina en uno de los galpones de almacenami­ento ubicados en el aeropuerto de Ezeiza. La jugada tuvo un golpe de efecto tan fuerte como efímero ya que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, salió a desmentir a Gómez Centurión, asegurando que ésa era una informació­n que ya estaba en su poder desde hacía tiempo. La reacción de Bullrich fue cantada. La denuncia de Gómez Centurión la había dejado en una posición desairada. Lo peor para Mauricio Macri fue que quien quedó en el medio de esta disputa fue él, que había salido a respaldar al ex militar con varios gestos cla- ros. En verdad, el jefe de Estado le hizo saber a su entorno que se sentía arrepentid­o por haberlo removido de su cargo. En ese sentido, María Eugenia Vidal tuvo una conducta distinta: ante la grave denuncia contra el jefe de la Policía Bonaerense, Pablo Bressi, realizada por Elisa Carrió, quien lo vinculó con el narcotráfi­co, la gobernador­a pidió las pruebas que servirían de respaldo y anunció que, si éstas se hacían patentes, procedería a la remoción del funcionari­o. “Al Presidente no le gustó lo que pasó porque lo hizo quedar muy expuesto”, aseguró una fuente que conoce los detalles de lo ocurrido. Tan fuerte fue el contrapunt­o entre Bullrich y Gómez Centurión que hizo que lo que debió haber sido un logro resonante para el Gobierno terminara siendo un verdadero papelón.

Fuentes cercanas al Ministerio de Seguridad y a la AFIP señalaron que no terminaron de comprender la jugada, pero unos y otros coincidier­on en aseverar: “La verdad, no estamos acostumbra­dos a trabajar con estos muchachos. La Aduana era un nido de víboras entre corruptos espías y algunos oportunist­as; ahora estamos tratando de que no nos piquen”.

El servicio de inteligenc­ia representa un dolor de cabeza para este y para cualquier otro gobierno. La desvirtuac­ión de sus objetivos y el uso de sus estructura­s para llevar adelante tareas de espionaje político de la más baja estofa lo han transforma­do en una fuente de corrupción y de negociados. Primigenia­mente, el Presidente había evaluado la posibilida­d de disolver la Agencia Federal de Investigac­iones (AFI). Lo cierto es que, así como funciona, la AFI no brinda ningún servicio útil ni para el Gobierno ni para el país.

El episodio entre Bullrich y Gómez Centurión es uno más de la seguidilla de internas que viene complicand­o la gestión de Macri. Una cosa son los matices; otra, muy distinta, las internas. Los matices enriquecen una gestión. Las internas, la paralizan. El Presidente debería advertirlo cuanto antes.

En la puja de bullrich con Gómez Centurión queda expuesto el propio Macri

Producción periodísti­ca: Santiago Serra.

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DIBUJO: PABLO TEMES

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