“lagarde es una fórmula para sacar al fmi del desprestigio”
En diez días desembarcará la misión técnica del Fondo Monetario Internacional para retomar las revisiones macroeconómicas establecidas en el Artículo IV.
Una semana más tarde lo hará Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI para lo que se prevé será la vuelta definitiva del control de los libros.
El equipo técnico que trabajará con el Ministerio de Hacienda estará a cargo de Roberto Cardarelli en la revisión de las grandes cuentas. Wener llegará el 27 y participará además de un seminario de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas y tiene previsto reunirse con el titular de Hacienda, Alfonso Prat-Gay; el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, a cargo del gasto en obra pública; y también con el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger.
En la antesala de la visita, en un seminario en Washington, Werner sostuvo que “todas las economías de la región están en una posición fiscal más débil de lo que deberían”. Y advirtió sobre el “riesgo” de que “la clase política latinoamericana se haya acostumbrado a gobernar en tiempos de abundancia” como el boom de commodities.
El gobierno de Néstor Kirchner suspendió la revisión del Artículo IV tras el pago con reser vas del Banco Central de la deuda total de la Argentina con el organismo en 2005, por casi US$ 10 mil millones.
Desde el organismo señalaron que la revisión genera “recomendaciones” de acción. Principalmente están dirigidas a recortes fiscales o advertencias sobre riesgos inflacionarios y las “reformas propuestas” no son vinculantes, sin embargo, las guías cobran peso cuando un país intenta recurrir a las líneas de financiamiento del FMI, que se convirtió en los últimos años en prestamista de última instancia, como Grecia o Portugal.
Oscar Ugarteche, economista peruano con posgrados y doctorados en Londres y Noruega, levanta la mirada y parece buscar un punto en ese vértice que forman la pared y el techo. Se pone serio, frunce un poco la boca, se concentra durante quince segundos y, finalmente, cede.
—Pero qué difícil pregunta –dice, mezclando las palabras y la risa. El autor de Historia crítica del FMI. El gendarme de las finanzas, que publicó hace unos meses Capital Intelectual, toma aire y completa: “En Grecia, por ejemplo, sirve para echarles llave a las políticas de ajuste a pesar de que técnicos del Fondo hayan dicho que las políticas están mal. Lo que dicen los técnicos es una cosa pero lo que dice el Fondo es otra cosa”.
—¿Siempre fue así?
—El Fondo habla, como dicen los indios pieles rojas, con la lengua bifurcada: por un lado la dirección ejecutiva y el comité del Fondo, y por el otro los investigadores. En los últimos años, los investigadores han descubierto lo que nosotros, los latinoamericanos, ya sabíamos: que las políticas estaban sobredimensionadas y que los ajustes eran excesivos.
“Las visitas del artículo IV son regulares y sin consecuencias”, dice.
—Así llegaron las autocríticas.
—Sí. La más rabiosa es la que hizo la Oficina de Evaluación Independiente en 2004. Ahí dice: “Nosotros, como Fondo, siempre hemos promovido la libre flotación de la moneda, en la Argentina no solamente no promovimos la libre flotación de la moneda, sino que estuvimos de acuerdo con sostener el