Francisco vivió en carne propia la hostilidad de la iglesia ortodoxa
El papa Francisco comprobó ayer en Georgia el duro y difícil camino que aún enfrenta el ecumenismo, la unión de las diferentes Iglesias cristianas.
El patriarcado ortodoxo de Georgia decidió no enviar una delegación oficial a la misa celebrada ayer por Francisco, y repitió que los fieles ortodoxos no pueden participar en ceremonias católicas.
“Mientras haya diferencias dogmáticas entre nuestras Iglesias, los creyentes ortodoxos no participarán en sus oraciones”, sostuvo el patriarcado en su sitio web. Pocos. El 84% de los georgianos son cristianos ortodoxos. Según cifras oficiales, en Georgia sólo viven 20 mil católicos, o sea, el 0,5% de la población. El Vaticano asegura, sin embargo, que hay unos la ceremonia. En su lugar, dio las gracias a “los fieles ortodoxos” presentes. Proselitismo. En un encuentro con el clero católico luego de la misa, el Papa advirtió que “hay un gran pecado contra el ecumenismo: el proselitismo. Nunca se debe hacer proselitismo con los ortodoxos”.
“Ellos son nuestros hermanos y hermanas, discípulos de Jesucristo, y por la situación histórica tan compleja se han convertido”, agregó.
“Y qué cosa debemos hacer. Jamás condenar. Nunca condenar a un hermano y a una hermana, nunca dejar de decir ‘hola’ porque sea ortodoxo”, concluyó Francisco.