Sobre la medición de la (in) seguridad alimentaria
En la semana en la que el Indec reveló que casi la mitad de los jóvenes argentinos son pobres, la especialista en niñez del Observatorio de la Deuda Social de la UCA brinda los datos concretos de su investigación sobre alimentación infantil.
Se entiende por inseguridad alimentaria un proceso en el que hay una disponibilidad limitada e incierta en cantidad y calidad de los alimentos que permiten cubrir los requerimientos nutricionales de los individuos, así como de la habilidad para adquirirlos de un modo aceptable desde una perspectiva social y cultural.
A partir de estudios cualitativos, se ha logrado comprender el proceso de la inseguridad alimentaria como diversos momentos por los que transitan los hogares. Uno de ellos se ha caracterizado por la preocupación en torno al acceso a los alimentos, que en los hogares suele asumir estrategias de ajuste del presupuesto afectando la calidad y la dieta alimentaria en términos de diversidad de los alimentos. Un segundo momento o circunstancia, identificado como inseguridad alimentaria moderada, se produce cuando los adultos del hogar limitan la cantidad y calidad de los alimentos que sólo ellos consumen. Y un tercer momento, denominado de inseguridad alimentaria severa, es el que se afecta la cantidad y calidad de los alimentos consumidos por los niños.
A partir de estos estudios se generó un índice de inseguridad alimentaria con vastos antecedentes en términos de su medición y validación en diferentes países de Latinoamérica a partir de su primera versión desarrollada en el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos. En efecto, la Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (Elcsa) se aplica en las encuestas nacionales de Brasil, México, Colombia, Guatemala, Bolivia y Ecuador. Antecedentes. En Brasil, La Escala Brasileña de Inseguridad Alimentaria (EBIA), una escala equivalente a la Elcsa, fue aplicada por primera vez a nivel nacional en 2004 en la Encuesta Nacional por Muestreo de Domicilios. Actualmente, la EBIA forma parte del sistema nacional de vigilancia y monitoreo de seguridad alimentaria de Brasil. También constituye un indicador de las encuestas permanentes del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) y de las Encuestas de Ingresos y Gastos en Hogares, y la Encuesta de Demografía y Salud.
En México, El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) adoptó la Elcsa como su medida oficial de acceso a los alimentos, y forma parte de la medición multidimensional de la pobreza. De esta manera, la Elcsa está incluida en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de Hogares (Enighi) desde 2008 y a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición desde 2011. Colombia. La Elcsa se aplicó también a nivel nacional en la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) en 2008, lo que estableció su empleo constante en ese país.
En Guatemala, la Elcsa fue incorporada a la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2011. Bolivia. La Elcsa ha sido incorporada a la evaluación del Programa Desnutrición Cero.
También, en Ecuador forma parte de la línea de base del Programa INTI (Intervención Nutricional Territorial Integral).
Todos estos datos fueron revelados por el Comité Científico de la Elcsa / FAO (2012). Experiencia local. En el marco de los estudios del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), se realizaron diferentes experiencias de medición de la Elcsa y su adaptación al caso de la Argentina desde el año 2009, en que se inició un intenso intercambio con especialistas de la FAO, se realizaron diversos ejercicios de validez y se aplicó a través de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) en 2009 y se continúa midiendo hasta la actualidad.
Los usos más frecuentes de la Elcsa en los países de la región, han sido en el campo de la formulación y gestión de políticas públicas, ejecución de programas y acciones para combatir la inseguridad alimentaria.
Los resultados de la EDSA para la infancia argentina 20102015. Dos de cada diez niños/as en la Argentina urbana (ciudades de ochenta mil habitantes y más) se encuentran a finales del 2010 en situación de inseguridad alimentaria (11,9% en nivel moderado y 7,7% severo). La evolución permite advertir que en los últimos dos años el proceso fue positivo en térmi-