La anunciación de la virgen
“El alegó varias razones, aversión a los niños, motivos religiosos, un deseo de preservar mi belleza, y finalmente, este último año, me confesó su verdadera razón: que las mujeres que él había imaginado eran bastante diferentes a como veía que yo era, y que la razón para no hacerme su mujer era porque sentía repugnancia hacia mi persona desde el anochecer del 10 de abril.” Este fue el argumento de Effie Gray (1828-1897) para pedir la anulación de su matrimonio, nunca consumado, con el crítico inglés John Ruskin, pasados los cinco años de convivencia. Por su parte, Ruskin explicó que: “Puede parecer extraño que yo sea capaz de abstenerme de una mujer que a la mayoría de las personas les parece atractiva. Pero aunque su cara era bonita, su persona no estaba formada para excitar la pasión. Al contrario, había ciertas circunstancias en su persona que justificaban esta afirmación por completo”. Pero no sólo por el cansancio de ser virgen y el desprecio de ese hombre, sino porque Phemy, así le decían, se había enamorado de John Everett Millais. El pintor prerrafaelista había entrado a la vida de esta pareja de la mano de Ruskin, que fue el gran defensor de la hermandad, como lo será también de William Turner, ante los ataques y la incomprensión del mundo del arte. Mientras estuvo casada, sirvió de modelo para algunos cuadros de Millais; luego hicieron un viaje a Escocia y finalmente se transformaron en marido y mujer. Tuvieron ocho hijos y una vida familiar que Ruskin consideró la catástrofe de la vida artística del pintor. Las obligaciones económicas, la gran familia que tenía que mantener, lo hicieron abandonar esa técnica obsesiva por el detalle: necesitaba pintar mucho y más. Lo bueno es que tuvo una cantidad considerable de modelos para inspirarse en sus nuevas obras.