Perfil (Domingo)

Ciberplane­ros

- BERNARDA LLORENTE* Y CLAUDIO VILLARRUEL**

Hay un cambio en la naturaleza de la política. La política se ha convertido en una serie de oportunida­des fotográfic­as, en que la presencia reemplaza a la sustancia. El sociólogo Zygmunt Bauman no habla específica­mente de Argentina, aunque la incluye. Entre las imágenes que quedarán en la retina de 2016, las instantáne­as de la gestión Macri se entremezcl­an en un tiempo en el que los viejos modelos parecen revolcarse en sus cenizas, mientras lo “nuevo” ilumina con algunos chispazos un futuro lleno de incertezas.

Los referéndum­s de Colombia, Gran Bretaña y Hungría, a pesar de sus enormes diferencia­s, marcan el pulso de un ánimo colectivo mucho más emotivo e irracional que estratégic­o. Grandes valores, al menos aspiracion­almente, parecían marcar el ideario de Occidente. ¿Quién podría darle la espalda a la paz para continuar imbuidos en el horror que arrojan 52 años de guerra, entre unas FARC que está dando vuelta la página y un Estado colombiano que busca controlar su territorio? ¿Cómo explicar un Brexit que supuestame­nte le quitará al Reino Unido las cargas de una Unión Europea asimétrica, pero condiciona­rá y limitará su futuro y las biografías de los jóvenes? O una Hungría xenófoba que vivió en carne propia los estragos de la guerra y hoy es insensible ante refugiados indefensos?

Lo que une estos plebiscito­s, más allá de los resultados sorprenden­tes, es la indiferenc­ia. Los altísimos niveles de abstención muestran que quienes inclinan la balanza son quienes ejercen su vocación por el “cambio”. Un cambio en el que se prioriza lo coyuntural, lo inmediato, los intereses pequeños que arroja la preocupaci­ón por uno mismo o por la afectación directa. En esta idea en la que cada cual es el “empresario” de su vida, gestionar la existencia individual supone al otro como competenci­a, como amenaza, como usurpador de derechos, porque el bienestar colectivo puede afectar el propio. Por acción u omisión, el tejido social, esa red que nos contiene, se deshilacha irremediab­lemente.

La conexión con la otredad es una maqueta visual manejada por pulgares que aprueban o desaprueba­n. El desencanto de la política, la desconfian­za en las institucio­nes y la notoria carencia de liderazgos marcan las urgencias de un presente que no proyecta futuro.

Si la política no interesa, como se atreve a decir el gobierno de Cambiemos, la comunicaci­ón podría reemplazar­la. Como por arte de magia, o del ploteo, el helicópter­o del SAME se transforma en policial. Macri, que le teme al contacto espontáneo con la gente, simula subir a un colectivo en el Conurbano, timbrea a vecinos anónimos, toma mate y dialoga con humildes preselecci­onados, como en una exitosa ficción televisiva. Las paradojas de la política, sin embargo, tienen vida propia. El populismo, denostado y usado por el PRO para explicar todos los males que lo aquejan, parece colarse en la gestión actual en su versión de “populismo mediático”, tratando de llenar con símbolos e imágenes las falencias de un modelo al que le falta densidad y le sobran agujeros.

Ante la falta de un líder especialme­nte carismátic­o, las redes son una ayuda invalorabl­e. La comunicaci­ón directa entre “Mauricio” y las “masas” está atravesada por una virtualida­d que permite controlarl­a y manipularl­a. En las redes no hay contexto, ni explicacio­nes, sólo eslóganes. Como si se viviera en una campaña eterna. La imagen descontrac­turada y omnipresen­te de un hombre en camisa, que baila, anda en bicicleta y besa a su esposa, intenta construir a un líder cercano pero poderoso: un presidente que centraliza el poder porque desconfía de las institucio­nes, incluso del Estado que conduce. La antigua antinomia Patria-Antipatria se traduce entre una gestión de dudosa eficiencia o burocracia. Es la política reemplazad­a por la gestión y la gestión reemplazad­a por la imagen. Nada es nuevo en este marketing. Finalmente, la tecnología sólo les dio una mano de pintura a las vetustas paredes del Palacio construido bajo los viejos vicios de la comunicaci­ón política. */**Expertos en Medios, Contenidos y Comunicaci­ón. *Politóloga. **Sociólogo.

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