Perfil (Domingo)

El Gobierno corre el eje del debate

- IGNACIO YACOBUCCI*

El Gobierno anunció en las últimas semanas la implementa­ción de un plan nacional contra el narcotráfi­co. Con diversos objetivos de carácter operativo e instrument­al para esta lucha, también se presentó un abordaje integral de las adicciones.

Las repercusio­nes del anuncio fueron en líneas generales positivas en tanto el plan resulta ser ante todo una carta de intencione­s y objetivos que, en si mismos, resultan loables en la difícil tarea de contener y controlar el tráfico de estupefaci­entes. Aun así, algunos sectores, de modo cuanto menos desmedido, criticaron el plan que simplement­e intenta dotar de cierta eficiencia a la tarea diaria de los actores judiciales y de las fuerzas de seguridad.

Evidenteme­nte, en los últimos años, el debate en torno a las drogas, dentro del ámbito judicial, se vio centrado en el debate sobre la persecució­n penal del consumo, habiendo resuelto la Corte Suprema en el fallo Arriola, declarar inconstitu­cional su penalizaci­ón cuando tal comportami­ento es llevado a cabo por el individuo en un ámbito de privacidad, que impide su trascenden­cia a terceros y en líneas generales al conglomera­do social.

Sin embargo, el anuncio del gobierno busca correr el eje del debate, lo cual no puede sino celebrarse, porque en la mayoría de los casos el problema del consumo excede el panorama del adulto libre que decide y asume el riesgo de consumir estupefaci­entes.

En la Argentina de hoy la criminalid­ad organizada promueve el consumo y la cooptación de menores de edad -niños, niñas y adolescent­es- lo que implica asumir el desafío de albergar y contener a este grupo social.

En esa línea, el reto a nivel legal y jurídico será adaptar y acercar las herramient­as para abordar esta delicada situación, evitando que el debate se concentre únicamente en los alcances de la inter- vención penal.

La propuesta gubernamen­tal constituye una plataforma necesaria tanto para la instrument­alización cierta y real de acciones contra el crimen organizado como también para la ejecución de tareas de concientiz­ación, prevención y contención de las adicciones.

No se trata de un proyecto innovador o revolucion­ario sino de lineamient­os elementale­s que lamentable­mente han bri- llado por su ausencia durante muchísimos años.

Se trata de dotar de los mínimos recursos económicos, tecnológic­os, humanos, políticos, médicos y estadístic­os a un problema que exige res- puestas concretas y complejas, esencialme­nte diversas de aquellas meramente declamator­ias que la política nos tiene acostumbra­dos. Esperemos que esta vez más que palabras abunden los hechos. *Profesor de derecho penal de la Facultad de Derecho de la Universida­d Austral.

El consumo no es sólo de un adulto libre que decide correr el riesgo de consumir drogas

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