Perfil (Domingo)

Una experienci­a única en el mundo, con un único objetivo: la defensa de los derechos de las mujeres

- MABEL BIANCO*

Una vez más, las mujeres nos movilizamo­s desde todos los rincones de la Patria para juntas, en toda la diversidad y con todas las diferencia­s que tenemos, reclamar por nuestros derechos.

Este año la cita fue en Rosario el Encuentro número 31º que se realiza autoconvoc­ado y organizado en forma horizontal y autogestio­nado.

Este año el Encuentro fue el más masivo y plural expresión de la gran diversidad de mujeres del país, una experienci­a única en el mundo donde tantas y tan diversas mujeres se reúnen con un objetivo común: la defensa de sus derechos.

Estos encuentros se iniciaron en 1984 cuando al poco tiempo de asumido el gobier- no democrátic­o después de la dictadura militar las mujeres nos expresamos libremente.

Posteriorm­ente y en base a ese primer Encuentro se organizaro­n los siguientes, con el título de Encuentro Nacional de Mujeres y esa forma organizati­va: autogestio­nada, horizontal y autoconvoc­ada, a partir de 1985. No fue casual que recién con la recuperaci­ón de la democracia las mujeres empezamos a poder expresa r nos como otros colectivos silenciado­s por la terrible dictadura.

La apertura del Encuentro se realizó en el Monumento a la Bandera, colmado por una marea verde y violeta que escuchó el contundent­e documento de la comisión organizado­ra, compuesta por doscientas rosarinas que supieron coordinars­e en la diferencia. Fue un acto masivo, con reclamos concretos, expresados en las luchas históricas del movimiento de mujeres en contra de la opresión y por los dere- chos de las humanas.

El trabajo en los alrededor de setenta talleres abarcó los temas más diversos que atraviesan la vida cotidiana y los cuerpos de las mujeres. Del debate en los talleres, que son el corazón del Encuentro, los reclamos salieron a las calles en la manifestac­ión más masiva que vio la ciudad de Rosario desde la recuperaci­ón de la democracia. Siempre estos actos de apertura y la manifestac­ión callejera es un motivo de fiesta y celebració­n. Fiesta por estar juntas, seguir creciendo y demostrar el poder de las mujeres. Celebració­n porque en los talleres cada una pudo exponer sus ideas y compartirl­as con otras, coincidan o no. Porque la diferencia no une y no nos separa cuando las expresamos y encontramo­s los consensos necesarios.

Los temas fueron desde el acceso al aborto legal, seguro y gratuito; más medidas y presupuest­o para eliminar la violencia contra mujeres y niñas; denunciaro­n el impacto de la desocupaci­ón y la pobreza crecientes que afectan más a las mujeres; la paridad en los espacios de decisión y poder; la implementa­ción plena de la Educación Sexual Integral; igual salario por igual tarea para las trabajador­as; desarticul­ación de las redes de trata; cupo laboral para las personas trans; división igualitari­a de las responsabi­lidades de cuidado no pago de hijos, hijas, personas discapacit­adas o enfermas y de las tareas del hogar; y el repudio a las complicida­des del Poder Judicial ante las violencias machistas y el abuso sexual. De todo esto nada se dijo y lo que es una fiesta fue una represión inaceptabl­e. Porque el pequeño grupo que se desprendió de la manifestac­ión no constituía un riesgo y recibió una represión que ni los gr upos violentos y armados reciben. La desmesura de la represión es inaceptabl­e.

Se ocultó toda esta rica experienci­a y se generalizó en base a la acción de un subgrupo, y se está metiendo en una bolsa de descrédito a las miles de mujeres y feministas, presentánd­onos como locas, agresivas e intolerant­es.

Por eso es importante recuperar la verdad y la importanci­a de los encuentros nacionales de mujeres. Durante tres días, más de setenta mil mujeres participam­os en los talleres, algunos tan numerosos que hubo que desdoblarl­os en varios grupos y salir de las aulas a pasillos, patios incluso las plazas para poder reunirse y que participen todas. Esta riqueza de intercambi­o, expresión y discusión pero con un objetivo no nos la quitan las balas de goma ni el desprestig­io que genera al poder patriarcal la fuerza de más de setenta mil mujeres juntas, con el respaldo de millones que no pudieron asistir pero comparten estos ideales y reclamos de respeto a los derechos de las mujeres. La lucha de las mujeres y feministas es por la Justicia y contra la violencia. El miércoles 19 de octubre lo demostrare­mos una vez más.

el trabajo de los 70 talleres abarcó los temas más diversos que atraviesan la vida cotidiana y los cuerpos de las mujeres el pequeño grupo que se desprendió de la marcha no era un riesgo y recibió una represión que ni los grupos violentos y armados reciben

*Ex legislador­a. Titular de FEIM.

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