Perfil (Domingo)

Un crimen rentable

- RAUL H. ALVAREZ

Esta semana se estrenó en el Teatro Border el musical de Stephen Dolginoff El pacto, basado en el asesinato del adolescent­e Bobby Franks cometido en 1924 en Chicago y que dio lugar al llamado “juicio del siglo”. Los autores del asesinato de ese joven, hijo de un fabricante de relojes, fueron Nathan Leopold y Richard Loeb, dos estudiante­s de un alto coeficient­e intelectua­l que cometieron ese crimen sólo para probar que eran tan inteligent­es que jamás serían descubiert­os. Habían alquilado un auto el 21 de mayo para ofrecerle a Bobby, a quien uno de ellos conocía por haber jugado al tenis en su casa, llevarlo de la escuela a su casa. Durante el viaje, Loeb le atravesó a Bobby un cincel en la cabeza que le provocó la muerte. Pidieron a la familia del occiso un rescate, para simular el verdadero motivo del asesinato y finalmente fueron descubiert­os por los anteojos hallados cerca del sitio donde mataron al joven. Durante el juicio confesaron su crimen y ambos fueron sentenciad­os a prisión perpetua por haber matado a Franks y a 99 años de cárcel por haberlo secuestrad­o.

Aquel espantoso crimen dio lugar a la obra de teatro La soga, de Patrick Hamilton, estrenada en Londres en 1929. La trama cambiaba los nombres de los protago- nistas del caso y algunos detalles: los estudiante­s mataban a un compañero estrangulá­ndolo con el pretexto de demostrar su superiorid­ad intelectua­l, lo escondían en un baúl en su departamen­to y organizaba­n una cena para pocos invitados desafiándo­los a que ninguno descubrirí­a su crimen. Festín diabólico, el film rodado por Alfred Hitchcock en 1948, se basó en esa obra.

En 1959, Richard Fleischer filmó Compulsión, una versión más ajustada al caso real. Allí Bradford Dillman y Dean Stockwell personific­aban a los estudiante­s y Orson Welles al abogado defensor, quien recitaba un memorable alegato contra la pena de muerte. Nathan Leopold, que aún vivía, demandó a los realizador­es por invasión a la privacidad, pero perdió el juicio. El film Swoon, de Tom Kalin, retomó la historia en 1992, y la obra de John Logan Nunca pecador trató el tema insinuando una relación homosexual entre los asesinos.

La comedia musical una vez más se inspira en un caso policial tan horroroso como rentable.

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FOTOS: CEDOC PERFIL Leopold y Loeb.

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