Charly por cien
100 veces Charly José Bellas y Fernando García Ediciones B Biografía
Sabías que Charly García, una de las estrellas del rock argentino, puso una frase tuya en uno de sus discos solistas? Es aquella que dice: “Si grita pidiendo verdad en lugar de auxilio, si se compromete con un coraje que no está seguro de poseer, si se pone de pie para señalar algo que está mal pero no pide sangre para dirimirlo, entonces es rock and roll”.
—Sigo sintiendo vigentes esas palabras, aunque pueda poner mis sentimientos en otro orden de prioridades. Es un maravilloso tributo. Me encantaría conocer a ese tal Charly García.
Esta me la contó María Eva Albistur. Habían ido a Texas con Andrew Oldham a encontrarse con Pete Townshend, pero terminó todo medio en la nada. María Eva lo acompañó y fueron a Houston a embarcar en el vuelo de regreso, y a Charly no lo dejaban porque se ve que estaba muy pasado. El paramédico, para comprobar su estado, le dice: “A ver, ¿qué día es hoy?”. Y Charly no tenía idea, no sabía ni qué fecha era. Y el paramédico insistía. Y Charly le dice: “Yo no sé que día es hoy, pero ¿vos sabés como se llama el guitarrista de los Who?”.
Nos conocimos en el tercer año de secundaria. El estaba en otro curso. —¿Y cómo era en ese momento Charly? —En términos generales, tímido. Absolutamente tímido y encerrado.
— ¿Quién conoció primero a los Beatles, por ejemplo? —Yo los conocí a los 11 años; él, no sé. —¿Y por qué “encerrado”? —Porque no hablaba mucho. Socializaba muy poco con el resto. Teníamos sólo un amigo en común, Willy Granada, que era el más amigote. Y Alejandro Correa, que luego tocaría el bajo, y Beto Rodríguez, que había tocado la batería con él. El fue a la tarde hasta tercer año; cuarto y quinto los hizo a la mañana. Yo lo conocí en tercer año, cuando pasaron su turno a la mañana porque estaban arreglando el colegio o algo así. Estaba en el curso dibujando y no hablaba con nadie, no era salidor. Los que más lo veíamos éramos yo, que iba a la casa, Pipi Correa un poco, y después Carlos Piégari. Era un grupete chiquito. No era de estar con todo el curso. No era quilombero, era todo para adentro. Cinco amonestaciones tenía, a lo mucho. Eramos mucho más quilomberos todos los demás; las amonestaciones se las habrán puesto por dibujar y escribir, nada más. No era tipo… era otro Charly, absolutamente.