Por la informalidad, el blue aún existe y la brecha es 1%
Aunque pasaron casi once meses desde la devaluación y el fin de las restricciones, el dólar ilegal volvió a su “mercado marginal de siempre”, que alimentan pymes en negro y fondos de la delincuencia.
A cinco años del cepo y más de diez meses después de la unificación cambiaria, el paisaje de la City porteña todavía cuenta con la presencia de los llamados “arbolitos”, aquellas personas que ofrecen cerrar operaciones de tipo de cambio en el mercado ilegal a quienes pasan por ahí.
La irrupción de estos personajes, que tuvieron su pico en las calles porteñas de la mano de las crecientes restricciones para comprar dólares, que se iniciaron en noviembre de 2011 y se multiplicaron con los picos de brecha entre la cotización oficial y el paralelo, subsiste aunque con un número significativamente menor y por los motivos históricos que alimentaron este mercado fuera de la ley.
Con una cotización oficial de $ 15,42 y un blue de $ 15,57, la brecha hoy no llega ni al 1%. “Si bien es imposible saber un monto exacto, creemos que se debe operar un 5% de lo que se negociaba en tiempos del cepo cambiario”, dijeron los operadores de cambio sobre el régimen que pesó sobre el mercado hasta el 17 de diciembre pasado, cuando el tipo de cambio oficial saltó de $ 9,75 hasta ubicarse en torno a $ 13,95, tras quedar liberado, y que presentó una devaluación de 43% sólo en esa tarde. Aunque es muy difícil de sostener, en tiempos del cepo se hablaba de un mercado de, como mínimo, US$ 20 millones por día.
Lorenzo Sigaut, econo- mista jefe de Ecolatina, explica: “La diferencia de las cotizaciones hoy es mínima y su existencia es una consecuencia de que un tercio de la economía del país está en negro”, y agregó que “con los beneficios de las operaciones de home banking y la posibilidad de hacer operaciones de cambio de divisas por ese medio, sólo resta pensar que el blue queda para un público que no quiere quedar registrado”.
El economista recuerda que el dólar blue “existe des- de hace décadas y su operación acompañó el crecimiento del empleo informal en los 90, con un nuevo repunte durante la crisis de 2001”.
En la misma línea, el economista Gastón Rossi destacó: “La brecha hoy representa el precio que deben pagar los sectores que no están registrados, que son diversos y que buscan volcar ahí el efectivo, ya que para los turistas no sólo resulta riesgoso cambiar dinero en el paralelo, sino que tampoco les representa un beneficio”.