“Las latas nos perjudican a todos”
Todo es correr, hacer, accionar, respirar, hiperventilarte. Ter miné como si me hubiera pasado un camión encima”. Así define Julieta Cardinali el rodaje de Ataúd blanco, el juego diabólico, el film de terror dirigido por Daniel de la Vega que se estrena el 8 de diciembre. Pero no es una queja: “Estoy muy contenta de haberla hecho. Al ser protagonista de la película, me costaba tomar distancia. Después aparecen los festivales de género que yo no conocía. Volvió de esos festivales con críticas espectaculares. Es muy riesgoso hacer algo así”. Cardinali ha vivido un año particular: el estreno que
“No se puede meter todo en la misma bolsa, con subsidios hubo cosas buenas.”
se viene y su papel como Victoria en Los ricos no piden permiso: “Fue mi año del género. Hice culebrón y terror. Salir del lugar cómodo y entrar en géneros que no había incursionado para mí como actriz vale la pena. No me hubiese animado a hacer una película de este género con un director que no conozco. Es muy arriesgado. Puede ser muy buena o malísima. No hay medias tintas. Una vez que decidí hacerla, estaba en herramienta del director”.
Aguarda el estreno de la película de terror Ataúd blanco y terminó con las grabaciones de Los ricos no piden permiso. Su participación en #NiUnaMenos.
—¿Cómo llegás a una película de terror como “Ataúd blanco”?
—Lo conocí a Daniel de la Vega, el director de Ataúd blanco, mientras hacía Necrofobia, yo tenía una participación muy chiquita, de cuatro días de rodaje. Entré a ese mundo casi de espectadora. Cuando voy a ver la película terminada se ganó todo mi respeto. Cuando me llama Daniel y me dice que tiene una película donde quiere que sea la protagonista, y después leo Ataúd blanco, de los hermanos García Bogliano, y para mí que un libro no me suelte de principio ya es motivo suficiente, no me quedaban dudas .—
¿Cómo es hacer género local, sea culebrón o terror, frente a otros productos de afuera, sea una novela de lata o terror de Hollywood?
Arriba, su trabajo en A la izquierda, en una escena de
—La única manera de pararse es haciendo. Que la televisión tenga tantas latas de afuera nos perjudica a todos. Actores y técnicos, y mucha gente más: son muchos los que se quedan sin trabajo. No hablo desde un lugar egoísta. Yo tengo la suerte de poder elegir qué hago. Pero la mayoría no. Con el cine es obvio y lógico enfrentarte a algo de afuera. Pero en la tele hay un cambio.
—¿Por qué creés que se da ese cambio?
—Porque es más barato. Además, son buenas. Pero también es cierto que Los ricos no piden permiso fue un éxito. Educando a Nina está buenísimo. Las cosas que están en el aire la gente las ve. Pero son caras de hacer. Nosotros hacemos muy buena tele, muy buena ficción.
—¿Qué tiene de distinto hacer un film así?
—Todos los lugares eran distintos. Yo suelo como actriz tomar riesgos y salir del lugar común. Para mí es importante, acá claramente había un desafío. Todo era nuevo.
—Hiciste “Ultimátum”, una serie que se estrenó a mitad de año en la TV Pública; ¿qué se pierde con el parate de las producciones subsidiadas?
—Para mí fue un golazo, hacerlo y verlo. Ojalá vuelva eso, y a ordenarse de una buena manera. Muchas cosas se hicieron mal, claramente, y lo estamos viendo. Es un papelón, es un bajón que pase eso. También se hicieron cosas muy buenas, no se puede meter todo en la misma bolsa. Tiene que volver.