La realidad que siempre supera a la ficción
Es la tercera temporada de Volar es humano, aterrizar es divino, que lleva el sello de Enrique Piñeyro. Es complejo definirla o clasificarla. Por momentos es teatro, en otros cine, aunque también bajo una mirada aún más actual se diría “conferencia performática”.
El humor, la ironía y el sarcasmo traspasan cada frase. En el programa de mano se aclara que el accidente del vuelo 052 de Avianca, del 5 de enero de 1990, fue el disparador aunque no el único, como se palpa a lo largo de casi dos horas de relatos. Agrega varios más, algunos históricos para la aviación, por el número de fallecidos como el que había ocurrido en Tenerife en 1977.
Guionista, director de cine, actor, productor, piloto de aviación y con numerosas distinciones en su haber, Piñeyro evidencia no temerle al escenario. Cuenta con una gran tecnología, desde videos hasta una excelente reproducción de una cabina de avión, pero está solo con un micrófono enfrentando a esa fiera, a la que definen muchos al público. Casi como un gladiador, conoce dónde clavar la frase justa, baja la voz, juega con los silencios, hace preguntas o da respuestas. Piñeyro, a diferencia de las grandes narradoras orales que tenemos en Buenos Aires, como Ana Padovani o Ana María Bovo, elige historias verídicas y no literarias, aunque siempre la realidad consigue superar a cualquier ficción.
El primer gran tema es el miedo a volar y luego de ana- lizar los más importantes accidentes aéreos muestra qué otras circunstancias son más peligrosas. Su mirada de crítico social atento no sólo se evidenció en sus investigaciones llevadas al cine: Whisky Romeo Zulú (2004); Fuerza aérea sociedad anónima (2006); Bye bye life (2008); El Rati Horror Show (2014), con esta última cobró más notoriedad porque demostró la inocencia de Fer- nando Carrera.
Volar es humano. aterrizar es divino apuesta a la reflexión, casi se transforma en un ejemplo brechtiano, ya que él no parece involucrarse en el re- lato, se distancia de lo que va mostrando, lo hace con mucha seriedad, como los grandes cómicos de la historia (Chaplin o Allen) por eso hace reír. A veces parece un profesor, por la seguridad.