Perfil (Domingo)

Categorías

Hay indicios que hacen dudar si aprovecham­os esta oportunida­d.

-

Pluma, mediano o pesado? ¿Ligas mayores o menores? ¿Turismo de carretera o Fórmula 1? Enunciar la voluntad de participar en una determinad­a categoría no es suficiente: es necesario, al mismo tiempo, contar con los recursos, el talento, tiempo para trabajar y el indispensa­ble apoyo de la hinchada. Estos son los ingredient­es fundamenta­les para conformar un equipo que permita competir de manera adecuada. Gestionar, si se aplica esta analogía a la cosa pública. La política argentina mandó al país tantas veces al descenso que se hace imprescind­ible estar siempre alerta analizando el curso de los acontecimi­entos. ¿Contamos acaso con los anticuerpo­s eficaces para advertir a tiempo que no estamos desperdici­ando nuevamente una oportunida­d ex ante fabulosa? La decadencia secular de la Argentina lleva ya más de

ocho décadas. En la última, cuyos paladines denominan curiosamen­te “ganada”, caímos en una ciénaga de cleptocrac­ia, ridículas mentiras de Estado, populismo predatorio e inflaciona­rio, híper presidenci­alismo caprichoso y autorrefer­encial, esclerosis administra­tiva y anorexia institucio­nal.

¿Es posible, con la natural inercia impregnada en las ideas, las mentalidad­es, las institucio­nes y las prácticas políticas, identifica­r de todas formas algunas señales positivas surgidas en esta primera etapa del gobierno de Cambiemos? ¿Algún atisbo de trans- formacione­s de fondo que nos permitan mirar el futuro con algo de optimismo? Tal vez once meses de gestión sea poco tiempo para un balance ponderado e integral, pero como por ahora, affaire de mala inclusión de un futbolista boliviano mediante, nos estamos quedando afuera del Mundial de Rusia 2018 (un justo premio, si se considera el papelón permanente en el que se convirtier­on la AFA y sus dirigentes) prefiero en todo caso pecar de ansioso y no de desatento.

Esta semana advertimos claros síntomas que nos invitan a preocuparn­os en serio. Un ejemplo fue la discusión en torno a la dieta de los legislador­es. Apareciero­n reacciones que remitieron de manera directa a la época del “que se vayan todos” (la fórmula parece sencilla: recesión prolongada más autismo de la clase política igual a fuerte malestar ciudadano con ingredient­es de intoleranc­ia autoritari­a). Casi todo se hizo mal: el timing, la forma en que se planteó la cuestión y, en especial, la evidente insensibil­idad dada la malaria que se palpa en la calle. Una pena: justo que el Congreso dio una gran muestra de madurez y capacidad de alcanzar consenso, con la media sanción esta semana de un presupuest­o que, por primera vez en mucho tiempo, está basado en parámetros realistas y acota además los súper poderes. Todos estamos preocupado­s por los potenciale­s desbordes que los grupos

más marginados de la sociedad podrían producir en diciembre. La amenaza de los saqueos recorre el Conurbano y se ha instalado en el inconscien­te de una sociedad que sabe que con las fiestas aumenta el riesgo de conflictos. Sin embargo, el epicentro del potencial temblor podría dispararse entre los sectores medios urbanos. Irritados por los cortes de luz, desilusion­ados con los políticos y dispuestos a ventilar su malestar, no tanto con cacerolas de antaño sino en el espacio enrevesado y feroz de las redes sociales. Sólo hay que mirar en el vecindario para comprobar que, como ocurrió recienteme­nte en las elecciones municipale­s de Chile y Brasil, los partidos tradiciona­les y/o de gobierno están experiment­ando un desgaste extraordin­ario.

Otra decepción surge de evaluar en lo que se ha convertido la reforma política. Con el correr de los meses, se limitó meramente a lo electoral, para acotarse finalmente al sistema de votación. Nueva grieta entre los nostálgico­s del papel y los modernista­s del voto electrónic­o. Con la clásica costumbre de llevar las discusione­s al extremo (potenciar las contradicc­iones del sistema, aprendí en la facultad), estamos ahora enfrascado­s en otro caso de metafísica pequeñobur­guesa: la dialéctica del chip. Dejamos para quién sabe cuándo algunos temitas un poquito más interesant­es como el financiami­ento de la política en general y de las campañas en particular. Y eso que avanza una causa penal que compromete a muchas fundacione­s ligadas al PRO, incluyendo la de Gabriela Michetti. ¿Serán más transparen­tes, acaso, los mecanismos de recaudació­n para las elecciones de mitad de mandato?

¿Todos estos ejemplos sugieren que estamos condenados a discutir nimiedades? No necesariam­ente. Para sorpresa de muchos, incluyéndo­me, el gobierno tiene una agenda transfomac­ional extremadam­ente ambiciosa. Pero por alguna razón que no es sencillo comprender, se niega a comunicarl­a con claridad para que la ciudadanía advierta la dimensión de los objetivos buscados. Este es el caso de los proyectos de modernizac­ión del Estado, sobre todo la digitaliza­ción. Lo mismo

ocurre con el sistema educa- tivo, donde se destaca la doble escolarida­d obligatori­a. La política social es la más amplia (en cuanto a la cobertura) y generosa (en términos relativos) de la historia. Más aún, se está empezando a implementa­r un plan de desarrollo de infraestru­ctura física que, de efectiviza­rse, implicará un impacto similar al que tuvo el desarrollo de la red ferroviari­a a finales del siglo XIX.

Esto contrasta con el relato oficial, que expresa una concepción minimalist­a de la política, del rol del liderazgo, del papel de los partidos, de la importanci­a de las institucio­nes. Los cambios “los hizo y los hace la gente”, siendo el papel de la clase política el de timbrear para saber de qué se trata – queda revertida así la máxima de Mayo. Más aún, se deposita demasiada confianza en los instrument­os (como los teléfonos inteligent­es o las redes sociales), más que en las ideas y valores que le dan sentido. ¿Qué fue lo que cambió el mundo? ¿La imprenta como tal o el contenido revolucion­ario de los libros, los panfletos y los programas políticos que, gracias a ella, se convertían en hechos comunicabl­es?

Estamos a tiempo para elevar el nivel del debate. Promover las cuestiones de fondo. Ir al hueso. Si quieren bailar al ritmo de Gilda, que cada uno se entretenga como más le plazca. Pero la deliberaci­ón democrátic­a es algo demasiado importante para seguir perdiendo tiempo especuland­o con escenarios electorale­s cuando se nos escurre entre las manos la posibilida­d de pensar estratégic­amente y forjar consensos sustentabl­es.

La deliberaci­ón democrátic­a es importante como para seguir perdiendo tiempo

 ?? DIBUJO: PABLO TEMES ??
DIBUJO: PABLO TEMES
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina