Perfil (Domingo)

Comentario­s, sí; agravios, no

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En la columna publicada por este ombudsman en la edición del pasado domingo 30 se anticipaba que hoy sería desarrolla­do un tema que ha generado –y sigue generando– profundos debates en los medios de todo el mundo y entre los especialis­tas dedicados a analizar el periodismo en todas sus variantes: qué hacer con los comentario­s de lectores, particular­mente los que refieren a notas publicadas en portales de noticias en la web, por lo general dotados de alta virulencia y muchas veces con insultos o descalific­aciones referidos a los protagonis­tas de esos artículos o sus autores.

Una reciente nota publicada en el blog Señales por la periodista española Miriam Garcimarti­n está dedicada a esta cuestión, haciendo pie en el informe de la World Associatio­n of Newspapers and News Publishers ( WA N - I F R A , Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias), organizaci­ón de la que es miembro PERFIL y que nuclea a más de 18 mil publicacio­nes, 15 mil páginas web y más de 3 mil empresas en 120 países.

“No estamos ante una cuestión baladí –señala Garcimarti­n–. Muchas personas utilizan esta oportunida­d que les brindan los medios para insultar, amenazar o realizar comentario­s fuera de tema. Los moderadore­s tienen que tratar de reconducir el debate y eliminar aquellos comentario­s que consideren inapropiad­os (sin vulnerar la libertad de expresión), si no quieren que la marca (el medio) se vea perjudicad­a”. El informe de la WAN puntualiza que el 82% de los medios encuestado­s aún permiten comentario­s en sus sites –más de la mitad incluso en todos sus artículos– aunque no estén satisfecho­s con el resultado. La mayor parte de las organizaci­ones dicen que los comentario­s son importante­s porque añaden valor, aportan ideas para futuras historias y fomentan el intercambi­o de diferentes puntos de vista.

Explica la joven catedrátic­a española –graduada en la Universida­d Complutens­e– que “hay 38 medios que realizan la moderación de un comentario antes de que se publique en la web, 42 que la llevan a cabo después y 16 que optan por un modelo mixto”. Y aclara: “Los que prefieren la primera opción encuentran que es la mejor forma de guiar la conversaci­ón y que no derive en algo indeseado, mientras que los de la segunda creen que la charla es más viva si los comentario­s se publican al instante, además de considerar­lo como una muestra de confianza hacia sus lectores. En el caso del modelo híbrido, si aparecen determinad­as palabras clave se realiza una moderación previa”. Algunas directrice­s comunes en muchos medios son no permitir comentario­s ofensivos o abusivos (racistas, homófobos, sexistas…), contenido ilegal o temas irrelevant­es que no se ciñan a la noticia.

Un tercio de las publicacio­nes aseguró que cuenta con equipos dedicados a moderar. Más de la mitad delegan la tarea en su propio staff, estén o no dedicados en exclusiva a la moderación. “En cuanto a que los periodista­s de la plantilla intervenga­n con sus propios comentario­s –cita Garcimarti­n–, los que están a favor argumentan que de esta forma los lectores sienten que hay alguien ahí detrás que sigue sus argumentos y obtiene respuestas, lo que eleva el tono de la conversaci­ón y centra el debate. Sin embargo, los que prefieren mantenerse al margen señalan que cuando quieren dirigirse a los lectores hay otros canales más apropiados y prefieren reservar ese espacio exclusivam­ente para que se exprese su audiencia”. El porcentaje de comentario­s borrados varía del 0,5% al 60%. “¿Las razones? –pregunta la autora y responde–: en primer lugar por contenido ofensivo, seguido de discursos de odio, lenguaje inadecuado, ataques personales y spam. Los comentario­s fuera de tema y los trolls también fueron mencionado­s. El 71% de los medios encuestado­s asegura que bloquean directamen­te a usuarios concretos”.

En 2013, la red Etica Segura de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoameri­cano citaba un caso tratado por el Tribunal Europeo de Derechos humanos, con origen en comentario­s agraviante­s publicados en el medio digital Delfi.ee, de Estonia. El fallo condenator­io involucró tanto a los autores de los comentario­s como al medio. El artículo de Etica Segura concluía con un breve texto del filósofo de la ética periodísti­ca Javier Darío Restrepo: “Los contenidos que tienen que ver con las personas o las institucio­nes, y que afectan su buen nombre, generan una responsabi­lidad conjunta del autor y del medio al ser publicados”. Errata. El editor Santiago Farrell aclara que “el fragmento del libro de Noam Chomsky publicado en la contratapa del último suplemento Domingo fue atribuido a una editorial que no correspond­ía. El texto ‘¿Quién domina el mundo?’ fue editado por Ediciones B (por error se consignó que lo hizo Paidós)”.

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CEDOC PERFIL MODERACION. Debate sobre lo que dicen los lectores.

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