Perfil (Domingo)

Clinton o Trump: el mun

Qué piensan los protagonis­tas de las elecciones nort

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Después de nueve meses de primarias, el candidato republican­o –que dejó en el camino a 16 tener una nominación sencilla pero que debió luchar hasta el final con el progresist­a Bernie

El toque de Midas Donald J. Trump y Robert T. Kiyosaki Aguilar Ensayo uienes desean ser empresario­s o acrecentar su negocio, para que se convierta en un proyecto de mayor impacto, deben tomar en considerac­ión lo siguiente: cada minuto cuenta. Mi regla de oro es: si puedes contar con los dedos las horas invertidas en un proyecto, entonces no le has dado tiempo suficiente. Tienes que trabajar en cada nuevo desafío hasta que ya no puedas hacerlo más. Asimismo, asume que vas a lidiar con muchas críticas y comentario­s negativos; por si eso no bastara, con frecuencia recibirás un “no” como respuesta. Además, antes de que las cosas comiencen a salir bien, siempre vas a tocar fondo.

Pero no flaquees: recuerda que en el toque de Midas el pulgar significa madurez emocional y fuerza de carácter, y así alcanzarás tu objetivo. No es noticia que, a principios de la década de los noventa, sufrí un revés financiero de enormes proporcion­es. A pesar de que mucha gente así lo creyó, nunca estuve en bancarrota. Sólo lle - gué a deber varios miles de millones de dólares. Ciertament­e, no estaba en un lecho de rosas y, aunque lo más sencillo habría sido considerar todo pura mala suerte, yo me negué a hacerlo.

La economía y los bienes raíces tienen ciclos, pero lo que sucedió en Nueva York en aquel tiempo fue devastador para mucha gente. Los bienes raíces su- frieron un desplome tremendo y la ciudad vivió momentos muy difíciles. Todo eso me afectó mucho, pero sé que a otras personas les fue peor porque perdieron todo. Mi mayor error fue cambiar el enfoque y jugar demasiado. En ese entonces, me iba a los desfiles de modas en París y no tenía bien sujetas las riendas de mis negocios. Pensaba que todo seguiría caminando como si nada, y que el dinero no dejaría de fluir. En una ocasión, mi padre me dijo que todo lo que yo tocaba se convertía en oro, y yo me lo creí. Todo lo que emprendía me resultaba tan sencillo y lucrativo, que llegué a creer que no era necesario prestar atención, así que no lo hice. Sin embargo, cuando las cosas se pusieron de cabeza, lo interpreté como un fuerte llamado de atención.

Por suerte, con el tiempo pude recobrar el enfoque y mi fortuna.

De hecho, me volví mucho más exitoso después de aquella enorme pérdida. Pienso que todo eso sucedió porque siempre creí que era un tipo con suerte. Lo sigo creyendo hasta la fecha. Por eso no permití que la experienci­a de una pérdida fuerte cambiara la opinión que tenía de mí mismo. Tomé la situación como un problema pasajero y nada más. Sabía que contaba con la habilidad necesaria para volver al juego, de la misma manera en que un golfista conoce una técnica y la usa para salir de una trampa de arena y anotar un birdie.

¿Que si todavía cometo errores? Sí, por supuesto. Pero así como lo hice cuando sufrí el descalabro financiero, me doy cuenta de que el único culpable soy yo. Me responsabi­lizo por completo porque así debe ser. Tal como dijo Robert, asumir los errores es una de las formas de adquirir el toque de Midas. Todos cometemos errores, pero lo más importante es asumirlos y aprender de ellos. Este proceso forma parte de la adquisició­n de madurez emocional y fuerza de carácter. Sigue en pág. 8

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