Ndo contiene el aliento
Teamericanas más disputadas de la historia moderna
rivales, muchos con el apoyo del establishment del partido–, y su rival demócrata –que parecía Sanders– definirán en los comicios de este martes quién será el sucesor de Barack Obama.
Decisiones difíciles Hillary Rodham Clinton Simon & Schuster Memorias Junio de 2014 669
Por qué diablos estaba recostada en el asiento trasero de una camioneta azul con vidrios polarizados? Buena pregunta. Intentaba abandonar mi casa en Washington, sin ser vista por los periodistas que se arremolinaban al frente. Era la tarde del 5 de junio de 2008 y me dirigía a una reunión secreta con Barack Obama –y no la reunión que yo había esperado y deseado hasta hacía unos pocos meses. Yo había perdido y él había ganado. Aún no había tenido tiempo para aceptar del todo esa realidad. Pero aquí estábamos. La campaña para las primarias presidenciales había sido histórica debido a su raza y mi género, pero también había sido agotadora, acalorada, larga y estrecha. Estaba desilusionada y exhausta. Había trabajado duro en la campaña hasta el final, pero Barack había ganado y había llegado la hora de apoyarlo. Las causas y las personas por las que había hecho campaña, los estadounidenses que habían perdido sus empleos y sus cuidados de salud, que no podían permitirse pagar el gas o los víveres o la universidad, que se habían sentido invisibles ante su gobierno durante los últimos siete años, ahora dependían de que Barack se convirtiera en el 44° presidente de los Estados Unidos.
Esto no iba a ser fácil para mí o para mis empleados y partidarios que m e habían dado toda su dedicación. Para ser justos, tampoco iba a ser fácil para Barack y su gente. Su campaña fue tan recelosa de mí y mi equipo como nosotros d e ellos. Había habido retórica acalorada y sentimientos heridos en ambas partes y, pese a la gran presión de sus partidarios, me negué a renunciar hasta que se contó el último voto. Barack y yo habíamos hablado dos días antes, después de que terminaron las últimas elecciones primarias en Montana y Dakota del Sur. —Sentémonos cuando tenga sentido para ti –me dijo. Al día siguiente, nos cruzamos tras bambalinas en Washington, en una conferencia programada mucho tiempo antes para el Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel. Aunque fue un poco incómodo, les dio a nuestros colaboradores más cercanos la oportunidad de comenzar a discutir los detalles de una reunión. En mi caso, esa persona fue mi jefa de personal itinerante, Huma Abedin, la inteligente, infatigable y amable Sigue en pág. 8