Salen de la cárcel para jugar con los clubes de rugby más tradicionales
El equipo de presos de la Unidad 48 de san Martín ya visitó las canchas del sIC, san andrés y CUBa. De los 450 detenidos que ya pasaron por el programa, la reincidencia bajó del 65% al 6%.
Desde que empezó a jugar al rugby, Emiliano Garrido (32) juega de inside. Y aunque por su trabajo tiene poco tiempo para entrenar, sigue siendo hincha y juega cada vez que puede con su equipo, Los Espartanos, al que llegó hace dos años cuando estaba preso en la Unidad Nº48 de San Martín.
“Es mi equipo, y también es mi familia. Me enseñaron cosas que me había olvidado, el compañerismo, los valores, y a darle para adelante como en la cancha”, dice Garrido, que recuperó su libertad hace diez meses, después de cinco años detenido. A Los Espartanos – el equipo que surgió en el penal en 2009– llegó cuando lo trasladaron ahí, y un día vio un entrenamiento y se acercó a Eduardo “Coco” Oderigo, el entrenador e impulsor del proyecto espartano. “Antes me parecía un deporte raro, pero ahí me pasaron al pabellón de rugby y me cambió todo, fue como si alguien me hubiera tirado un salvavidas en medio del océano”, grafica, y agrega que ser parte del equipo lo ayudó a “volver a confiar en el otro, dormir tranquilo, sabiendo que mi compañero es el mismo que se mata tackleando por mí en la cancha; todas cosas que yo me había olvidado”.
Desde 2009, pasaron por el equipo más de 450 presos y los resultados están a la vista: el índice de reincidencia, que en la provincia de Buenos Aires es del 65%, bajó a un 6%; viajaron a nueve provincias, jugaron contra fiscales y jueces; con Los Pumas; y viajaron a Roma a ver al papa Francisco (ver aparte).
Este año, además, los clubes más importantes de rugby empezaron a invitarlos a jugar a sus canchas; y si bien Los Es- partanos venían saliendo a jugar desde 2010, siempre lo hacían en el Club Virreyes, cerca del penal. El fin de semana pasado, por ejemplo, jugaron en CUBA, uno de los clubes más tradicionales, y también fueron a las canchas de San Andrés, SIC, y tienen planeado ir a las de Newman y Champagnat.
“Con las salidas empezaron a ir sus familiares a verlos en otro contexto, y los veían haciendo algo positivo. Muchos conocían a sus hijos en esos partidos, y todo eso los cargaba de batería para seguir entrenando”, cuenta Oderigo.
A los partidos van veinte presos (de los 45 que entrenan) y otros diez Espartanos ya en libertad. Y cuando terminan de jugar invitan a todos a un tercer tiempo en la cancha. “Nos invitaron al tercer tiempo, y el capitán de Los Espartanos agradeció y contó que para ellos ésta era una segunda oportunidad, que el pasado no podían cambiarlo pero el presente sí, fue muy emocionante”, cuenta Cecilia, una de las socias del club que participó del encuentro.
Salir no es fácil: implica el traslado de los detenidos, los guardias, conseguir las autorizaciones judiciales, convencer a los socios. Pero los resultados lo valen. “La mayoría no reincide, y los resentimientos que tienen los que están presos mucho tiempo se les van licuando, y a todos se nos borran los prejuicios”, agrega Oderigo, que trabaja junto a otros cien voluntarios que los viernes, además, van a rezar el rosario con ellos al penal. A todo el país. Este año el Ministerio de Justicia de la Nación decidió acompañar el proyecto y llevarlo a las cárceles