Marcha del viernes: aunque no lo veamos, Moyano siempre está
El ex secretario de la CGT, Hugo Moyano, no participó de la marcha del viernes. Pero estuvo lejos de estar ausente. Por estos días, busca mantener un delicado equilibrio. Quiere ser un sostén para el Gobierno, pero que se note lo menos posibles. Para mantener este delicado equilibrio, colocó a uno de sus espaderos más leales, Abel Frutos (Panaderos), como encargado de organizar la primera marcha que conjugó a movimientos sociales y la CGT unificada.
A la par de su funambulismo, su gremio gana batallas. Camioneros ya controla de hecho la empresa OCA y busca alivio financiero para darle sustentabilidad a esta peculiar experiencia de “control obrero”. Esta semana logró una victoria en otro frente, al ser aceptada una cautelar impulsada por su gremio contra una obra social en Córdoba con la que disputa afiliados.
Su gremio también se ha beneficiado por la política de Cambiemos en materia de obras sociales, que terminó con la práctica kirchnerista de retener fondos que corresponden por ley a las mutuales gremiales. Entre enero y septiembre, según datos oficiales, llegaron a la obra social de Camioneros más de 63 millones de pesos.
En la intimidad, Moyano confiesa que está convencido de que hay que ayudar en esta etapa al Gobierno. Sin embargo, quiere evitar la imagen de obsecuencia que asigna a otras figuras sindicales que se han jugado de lleno por Cambiemos. Su ayuda consiste en garantizar la paz social a la espera de una mejora en la situación económica.
Sin embargo, el líder camionero entiende que esto requiere contener y encauzar las acciones de los sectores que acumulan más bronca. Por esa razón salió al ruedo en los últimos días a defender la medida de fuerza que impulsan la CGT y el denominado Triunvirato de San Cayetano –que integran la Central de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista Combativa (CCC) y Barrios de Pie. “Hay que estar en la movilización que ha convocado la CGT y otros sectores, para decirle al Gobierno que atienda los reclamos de los trabajadores porque los tiempos se agotan”, declaró el jueves durante un acto de homenaje a su antecesor Saúl Ubaldini y la histórica CGT Brasil.
La reivindicación del líder cervecero tiene dos lecturas. Por un lado recuerda que el sindicalismo es capaz de hacer la vida imposible a un gobierno una vez que su paciencia se agota. También abona una de sus obsesiones: socavar el relato kirchnerista al recordar el rol de los gremios durante la dictadura. El fin de semana pasado había marcado la diferencia entre este gobierno y el de Cristina Kirchner. En el caso del segundo dijo que había “animosidad” hacia los gremios. Frente al actual, por ahora, sólo habla de “bronca”.
en la intimidad, moyano dice que hay que ayudar al gobierno en esta etapa