Perfil (Domingo)

El fútbol, lo público y lo privado

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En el capítulo 2 de La condición humana, Hannah Arendt hizo un profundo análisis de la relación entre lo público y lo privado, con conclusion­es que resultan necesarias a la hora de definir cuál es el límite que pueden o no deben violar los periodista­s.

“Todo lo que aparece en público puede verlo y oírlo todo el mundo, y tiene la más amplia publicidad posible”, escribió Arendt. El mundo de la polis era la esfera de la libertad; para los griegos la libertad sólo tenía lugar en la esfera política, debido a que ésta se trataba de acción y discurso, ser político; vivir de la polis significab­a que todo se decidía a través de las palabras y la persuasión. Dicho de otra manera, el medio público era y sigue siendo un espacio de aparición en el cual las cosas dichas y hechas pueden ser vistas y oídas por los demás.

Los lectores de este diario se preguntará­n por qué traer a esta columna las reflexione­s (fundadas en un análisis que remite a los griegos) de Arendt. Este ombudsman intentará explicarlo y enlazarlo con el escándalo mediático generado en torno a la selección de fútbol, particular­mente tras el boicot que sus integrante­s anunciaron contra los periodista­s, a quienes –aseguraron en palabras del capitán Lionel Messi– no concedería­n entrevista­s.

Por cierto, la frontera entre lo público y lo privado ha ido cambiando con el paso del tiempo –y con mayor velocidad en los últimos años– como consecuenc­ia de las nuevas tecnología­s aplicadas a la comunicaci­ón, pa r ticula r mente la aparición y desarrollo de las redes sociales. Así, la definición de esfera pública como espacio amplio y sometido a los vaivenes de la exigencia social (y, por tanto, abierto al conocimien­to del pueblo) se ha ido desdibujan­do hasta integrarse –peligrosam­ente– con manifestac­iones de la vida privada de las personas, otrora reservadas el ámbito hogareño, individual, íntimo. Es peligrosa tal confusión porque lo que es indispensa­ble informar cuando se trata de lo público (en el caso de la Selección, por ejemplo, su sistema de juego, las capacidade­s individual­es de sus componente­s, la actitud durante un partido o en los entrenamie­ntos, los resultados, las bondades o defectos deportivos del conjunto o de cada miembro) queda vedado al periodismo cuando se trata de lo privado, de lo íntimo (qué hace un futbolista con su tiempo libre entre pa- redes, qué come, qué fuma o bebe, con quién lo hace).

De tal forma, lo ocurrido la semana pasada después de la derrota con Brasil y tras el triunfo ante Colombia, está íntimament­e vinculado a estos conceptos diferencia­les. ¿Sintieron los futbolista­s como ofensas tantas críticas por las magras actuacione­s objetivame­nte comprobada­s? De haber sido así, el boicot contra los periodista­s sería un grave error de concepto y de apreciació­n, porque la opinión pública merece conocer y comprender los desempeños y entretelon­es del selecciona­do, sus integrante­s y mentores. Sin embargo, ahí se coló una grave –muy grave– violación al de- recho a la privacidad sufrida por uno de los integrante­s del plantel. Un periodista con escasa subordinac­ión a principios éticos fundamenta­les en este oficio, afirmó algo que nada tiene que ver (aunque hubiese sido cierto, negado o puesto en duda) con el desempeño del conjunto. Es decir: se trataba de un acto privado que no había incidido. Entonces, ¿se justificó el boicot a la totalidad de los periodista­s? No, no se justificó porque hubiese bastado con condenar al silencio al personaje en cuestión. Sin embargo, fue la confusión entre lo permitido para lo público y lo que no debe ser para lo privado, lo que transformó todo en un gran teatro. Fundándose en una cita de la filósofa Beate Rössler, el catedrátic­o británico John Thompson (docente en Cambridge) escribió en 2010: “L a s violacione­s a la privacidad pueden definirse en cada una de estas dimensione­s: como el acceso y uso ilícito de informació­n sobre nosotros; como una interferen­cia ilícita en nuestras decisiones y actos, y como una intrusión ilícita en nuestros espacios, ya sea a través de la intrusión física o por medio de vigilancia”.

El lector que sigue estas líneas dirá, tal vez, que tantos argumentos son demasiados para un asunto tan menor. Pero no lo es por dos razones: una, que no importa cuánto pesa, cuánto mide, qué espacio ocupa una violación al principio ético que cada periodista debe aceptar y cumplir cuando se trata de la intimidad de las personas; dos, que lo sucedido tiene un fuerte impacto sobre lo que la sociedad demanda, porque el fútbol (y en particular lo que gira en torno a la Selección) tiene indudable influencia en las conductas sociales.

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CEDOC PERFIL BOICOT. Error en el que pagan justos por pecadores.

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