Perfil (Domingo)

Argentinos que viven en ee.UU. sin papeles, en alerta por trump

Muchos se fueron hace más de diez años, estudiaron y trabajan ahí, pero aún son indocument­ados o tienen permisos temporales. incertidum­bre por el futuro.

- JOSEFINA HAGELSTROM/ GABRIELLA BOTELLO

Con mucha incertidum­bre, los argentinos que viven indocument­ados en Estados Unidos esperan el día que Donald Trump asuma la presidenci­a. Es que, como los millones de inmigrante­s que viven sin papeles en ese país, temen que si se cumplen todas sus promesas de campaña puedan caer en los planes de deportació­n masiva anunciados.

Y si bien pasados los días el discurso se fue suavizando apuntando a los que tengan antecedent­es criminales, nadie sabe qué pasará. Incluso en las últimas semanas, una empresa de mudanzas radicada en Miami recibió consultas de argentinos para volver al país o a Uruguay; y en Nueva York hay nortemaeri­canos que ofrecen casarse con inmigrante­s a cambio del pago de la universida­d.

“No somos nadie, pero tenemos todas las boletas a nuestro nombre, de luz, agua, el impuesto de la casa, hasta en algunos casos las patentes de los autos”, dice Claudia Saucedo (48), una argentina que vive en Miami, donde llegó poscrisis de 2001 con su familia. Ella es indocument­ada, pero sus hijos mayores, casados con norteameri­canas, son residentes permanente­s. Junto a otras mujeres, trabaja en la organizaci­ón Dreamers Mom’s o Madres de Soñadores, como se dice a los jóvenes indocument­ados, beneficiar­ios del plan DACA que Barack Obama impulsó en 2012 para proteger a los jóvenes de la deportació­n y permitirle­s trabajar. “Durante la campaña pensamos lo peor y el día de la elección no dormí, porque hay muchos padres y madres con orden de deportació­n. Ahora pasan los días y uno trata de ser fuerte. Hay varias madres argentinas con hijos norteameri­canos”, dice. A ellas alcanzaría, por ejemplo, una ampliación del DACA que la gestión de Obama planeaba, pero que Trump no continuarí­a. Saucedo trabaja con otras madres indocument­adas.

Sin papeles, las personas no pueden salir del país, tener permiso para trabajar, ni registro. Tampoco seguro social, y si tienen que ir al hospital les cuesta miles de dólares. Pero los que trabajan pagan impuestos. Y en el caso de los estudiante­s, si bien no pueden sacar préstamos, sí obtienen becas.

En 2013, durante un discurso, Obama dio el ejemplo de Diego Sánchez, un argentino (26) que llegó a Miami con su familia cuando tenía 9 años, hizo la secundaria y por sus buenas notas consiguió beca para la universida­d. Hasta ese momento, vivía indocument­ado.

“En la universida­d me involucré con grupos que luchan por los derechos de los inmigrante­s, trabajando por un proyecto de ley de reforma migratoria y ayudando a los jóvenes a acceder a becas de estudio”, cuenta Sánchez, que ahora va camino a tener permiso de residente. Y si bien en lo personal no correría riesgos, está preocupado “porque vas conociendo histo- rias de familias separadas por la deportació­n. DACA fue una victoria, que venga otra administra­ción y lo quiera sacar sería quitarles el beneficio a casi un millón de chicos”, dice. Con él trabajan otros argentinos en situacione­s parecidas, como Tomás Péndola (25), que llegó a Miami con su familia a los 10 años, estudió Química en la universida­d y ahora trabaja como maestro en la secundaria donde estudió. “Cuando llegamos, no había forma de aplicar para la residencia o ciudadanía”, dice. Es que, salvo quienes se casan con norteameri­canos o tienen perfiles laborales buscados, aplicar es casi imposible. En su caso, también está alcanzado por el DACA pero, si se termina, se queda sin protección.

Y si bien Miami es donde hay más argentinos –50 mil residentes, y estiman otros 20 mil ilegales–, en Nueva York y California también hay argentinos sin papeles, que llegaron primero con visas de turismo o permisos de estudio temporales. “Ahora dependo del azar y de tener bastante suerte como para que nadie me encuentre”, dice Iván (28), otro argentino en Nueva York que llegó hace dos años con visa de estudiante y se quedó a trabajar en la ciudad.

“no somos ciudadanos pero pagamos impuestos”, dice claudia Saucedo

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GZA. SAUCEDO ACTIVISTA.
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‘DREAMERS’. Sánchez (centro) y Péndola (der.) llegaron a Miami hace 15 años.

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