Patas en la fuente
Las fuentes que embellecen las plazas de las ciudades tienen un fin decorativo y a la vez tranquilizador. Pasar momentos contemplando cómo en una fuente van cayendo los chorros deja una sensación de placidez y sosiego, al margen de la admiración por sus diseñadores cuyos nombres a veces no se recuerdan.
En algunos casos hubo personajes que no resistieron la tentación de introducirse en una fuente y tuvieron una sensación de frescura inigualable. La película La fuente del deseo de Jean Negulesco hacía durante los títulos un recorrido por las fuentes romanas desde la famosa Fontana di Trevi, donde los turistas arrojan monedas al agua con la esperanza de que eso los haga volver a Roma, hasta otras menos conocidas pero igualmente hermosas. En una escena rodada en Villa Borghese, el personaje de una secretaria que hace Dorothy McGuire sufre un desencuentro amoroso y para consolarse mete las pantorrillas en una fuente y es ayudada por Cliffton Webb, que le alcanza el bastón para rescatarla. En la escena más famosa de La dolce vita de Federico Fellini se la ve a Anita Ekberg introducirse en la Fontana di Trevi hasta la rodilla, ataviada con un elegante vesti- do negro y demostrando su desencanto de una existencia vacía y superficial. Allí la rescata Marcello Mastroianni, a quien no le importa mojar su traje deslumbrado por la belleza de la actriz.
Algunos creen que el agua limpia y cristalina tiene un efecto purificador. En marzo de 2013 el papa Francisco decidió llevar a cabo la tradicional ceremonia del “lavado de pies” en un reformatorio romano para delincuentes juveniles. Les volcó agua con una jarra plateada, secó y besó sus pies y luego los miró fijamente a cada uno de los participantes. Seguramente el Papa tenía una mirada piadosa hacia los reclusos y una esperanza de su recuperación. Igualmente, hay que reconocer que el contacto de los pies con el agua no lava los pecados que uno haya cometido. Por eso, pensando en nuestro país, aunque se hiciera una larga fila para meter las patas en la fuente de Plaza de Mayo, esto sólo daría una sensación de frescor en días cálidos pero no serviría para borrar un pasado corrupto.