“Lo más importante siempre es la música”
Fue violado de niño. Adicto al alcohol y a las drogas. Tuvo cinco intentos de suicidio y perdió la custodia de su hijo. Descubrió a Bach en el neuropsiquiátrico donde fue internado, y eso le salvó la vida. En esta entrevista habla sobre “Instrumental” –su autobiografía–, libro que vio la luz luego de que la Justicia británica levantara el veto sobre la obra.
ron a callar por mucho tiempo y lo que lo hace peor: nos tomó 18 meses y dos millones de libras en gastos judiciales para que la Corte Suprema inglesa aprobara publicarlo.
Se refiere a la traba judicial de parte de su ex esposa para impedir la publicación del libro, ya que quería preservar al niño, hoy de 11 años, de conocer los detalles de la áspera vida de su padre. Rhodes escribe para The Guardian, concientizando sobre la pedofilia: “Con el corazón roto digo que apenas vemos la punta del iceberg en lo que refiere al abuso de niños. Es terrorífico, un cáncer, verdaderamente, y se desparrama a nivel epidémico industrial. Por eso es tan necesario que sigamos luchando”.
Esta particularidad suya de hablar en sus conciertos, no usar frac y alentar a los aplausos (cuenta en Instrumental que Barenboim aclaró algo con respecto a una de sus piezas, y al otro día toda la prensa especializada se expresó sorprendida y espantada) estará creando precedente: “Lo más importante siempre es la música misma, todo lo demás puede perderse. Me pongo lo que me queda cómodo y presentar las piezas musicales a la audiencia es ponerlos en contexto. Pueden aplaudir cuando quieren, tomarse un trago. Son todos bienvenidos. ¡Sin dudas tiene que ser un servicio a la música más que estas extrañas reglas sobre la vestimenta, los aplausos o si para sentirse bienvenido debe saber sobre la sonata de Beethoven en Viena!”.
—La cultura se ocupa de propagar conocimiento.
—Que propague pasión, mejor. La gente sólo aprende aquello que la emociona, ¿quién mierda recuerda lo que es álgebra?
La narrativa (en una biografía, novela, ensayo) debe tener un núcleo provocador y Rhodes no escapa a este designio. Así, en la primera línea de su libro dice “la música clásica me la pone dura”.
—¡ Amo esto! No sé por qué elegí esa frase. Quizá porque el hecho de un libro sobre música clásica y enfermedades mentales sería difícil de vender y habré querido llamar la atención.
En su afán de transmitir su experiencia y las veces que se levantó podría terminar como un ícono de autoayuda: “Joder, no. Creo –espero– hacer lo que hacemos todos: lo mejor para vivir cada día y con suerte, encontrarle sentido y medir la profundidad de este reto que es la vida”.
Amigo de celebridades como Stephen Fry y Benedict Cumberbatch –este despampanante Sherlock Holmes posmoderno–, cuenta con el apoyo de estas voces en sus causas contra la pedofilia.
—¿El hombre que lo destruyó es su Moriarty?
—No me destruyó, así que no. Aunque peor: soy mi propio Moriarty. El tiempo dirá.