ALGUN CRITICO DEJO LA IRONIA Y PASO SIN ESCALAS A LA CRUELDAD
Cuando era chico, en la tele los que discutían y se peleaban por el fútbol eran los hinchas, no los periodistas. El programa se llamaba Polémica en el fútbol y lo conducían Fontanarrosa, un dandy que dirigía El Gráfico, y el flaco Apo, el padre de Alejandro. Pronto se sumó Julio Ricardo. Juntos, manejaban como podían dos tribunas repletas de hinchas ansiosos por decir las cosas a su estilo, no siempre delicado.
Quienes superaban los límites eran reprendidos con severidad o expulsados del set por los conductores o panelistas como Horacio García Blanco, que aportaba calma y sabiduría. En aquel tiempo, el periodista ocupaba el papel del hombre sensato, sabio. Así fue por una, dos décadas.
¿Cuándo se pudrió todo? ¿Qué llevó al periodismo a girar sobre sí mismo como un helicóptero roto que cae a un abismo? ¿Cuándo se impuso este barrabravismo televisado?
La tecnología y la necesidad de bajar costos resucitaron la fórmula de sillas más escritorios, pero recargada de imágenes sin cargo y una metralla de gritos, peleas, insultos. Un económico show de periodistas-personajes, con data, mensajitos, off the records, rumores ciertos o no y algún audaz dispuesto a todo.
¿Pero quién era capaz de asumir el papel de clown, afirmar cualquier cosa elevando el tono como en una ópera bufa para provocar la réplica inmediata?
La aparición de Guillermo Nimo incorporó una figura nueva: la del payaso perfecto, con tics propios, nulo temor al ridículo y un dialecto parecido al castellano que tuvo éxito y rating. No fingía Nimo. Era así. Copiarlo era todo un tema.
Con el nuevo siglo, cambió todo. Los periodistas se mimetizaron con los personajes: los de la tribuna y los del césped. Crearon un estilo más suelto, desfachatado. Neoclowns con peleas light, fugaces, muy de la época. Rinden. Divierten. Tan reales como el catch.
En el Mundial 98, Simeone lideró otro silenzio stampa contra Radio Continental porque Víctor Hugo había dicho que su candidato era Brasil. Cosa de chicos. Pero el texto que leyó Messi tenía mucha bronca acumulada y una pila de facturas pendientes con la prensa, además del hecho puntual que provocó la protesta.
Gabriel Anello, de Mitre, escribió que Ezequiel Lavezzi fue excluido del banco por fumar un porro de marihuana. Y en medio del escándalo, redobló la apuesta. Dijo que ojalá