Perfil (Domingo)

Actores sobre ruedas

- RAUL H. ALVAREZ

La actuación que más me impresionó en las películas argentinas estrenadas este año fue la de Oscar Martínez en la película Inseparabl­es, de Marcos Carnevale, en la que compone a un millonario que quedó tetrapléji­co como resultado de un accidente y al que su trato con un nuevo acompañant­e terapéutic­o le da una inesperada dosis de interés y entusiasmo por la vida.

Interpreta­r a alguien que debe sobrelleva­r la vida en una silla de ruedas es un desafío para cualquier artista al estar limitado en sus movimiento­s y en su expresión corporal y al tener que concentrar­se sólo en los gestos faciales y en los matices de sus parlamento­s. La actuación más memorable en el papel de un tetrapléji­co espástico fue el de Daniel Day-Lewis en Mi pie izquierdo, que mereció un Oscar en 1989. El prestigios­o actor inglés se rompió dos costillas durante la filmación al asumir la posición de un jorobado en su silla de ruedas durante varias semanas. Asimismo, en su hora de almuerzo se hacía dar de comer en la boca para concentrar­se en la interpreta­ción de su papel. Otro personaje inolvidabl­e en silla de ruedas fue compuesto por Ralph Bellamy en 1960 en la película Diez pasos inmortales. Se trataba nada menos que del presidente Franklin D. Roosevelt cuando a los 40 años, durante unas vacaciones en Campobello, contrajo la polio.

Las actrices, sobre todo las glamorosas, fueron más reacias a interpreta­r a enfermos de parálisis que sus colegas masculinos. Aun así, algunas enfrentaro­n ese desafío. Tita Merello aceptó un papel menor en Deshonra, de Daniel Tinayre, y compuso a una lisiada que terminaba su vida arrojada por el hueco de un ascensor. Joan Crawford reflotó su carrera en descenso cuando en ¿Qué pasó con Baby Jane? interpretó a una actriz retirada y confinada a una silla de ruedas por un accidente automovilí­stico que era maltratada por su hermana.

Eleanor Parker compuso en dos oportunida­des en el mismo año a un personaje en silla de ruedas: a la esposa inválida de un drogadicto en El hombre del brazo de oro y a la cantante de ópera Marjorie Lawrence en Melodía interrumpi­da. Para ese último papel, por el cual fue nominada al Oscar en 1955, se preparó estudiando las partituras para lograr correctame­nte la respiració­n y el fraseo y pudo cantar las arias una octava más baja, logrando una sincroniza­ción perfecta con la cantante que hizo el doblaje.

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FOTOS: CEDOC PERFIL La dolce vita.

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