Perfil (Domingo)

Medidas a destiempo

- ARIEL COHEN

Cuando las olas y el viento de Chapadmala­l se vayan alejando de los oídos maravillos­os del equipo de Cambiemos, se encontrará­n con el escenario cuya complejida­d terminó de desatarse hace pocas semanas. La victoria de Donald Trump empujó a una suba de tasas en el mercado norteameri­cano, a un fortalecim­iento del dólar, que cambió todos los escenarios globales, todavía tenuemente, pero que acá se combinó con el panorama de recesión, pelea antiinflac­ionaria y complicaci­ón política que rodea el aniversari­o del Gobierno de Macri.

Después de comerse los cascotazos de propios y extraños por la vía de la rigidez monetaria para combatir la inflación, el Banco Central de Federico Sturzenegg­er cambió de rumbo. Afrontó los riesgos de un rebote inflaciona­rio ante la confirmaci­ón de que la recesión no cedía y bajó la tasa de interés hasta 24,75 %, el menor nivel del año. Pero la concesión del Central tuvo la mala suerte de decidirse cuando los EE.UU. empezaron a cambiar de política. Apareciero­n los riesgos de encarecimi­ento del crédito global. Más aún, producto de la incertidum­bre sobre los pasos que adoptará Trump congelaron las emisiones de emergentes en los EE.UU. Nadie en los mercados apuesta a que se dificultar­á el camino para que la Argentina tome deuda en 2017. Pero, por lo pronto, el Gobierno definió que tomará ahora todo lo que pueda. Riesgo contra riesgo, prefiere garantizar­se el financiami­ento ahora, antes que pagar más tasa el año próximo.

El Gobierno tiene dos objetivos convergent­es: salir de la recesión y garantizar­se el éxito en las elecciones legislativ­as del año próximo. Por eso decidió romper el vidrio y volcar recursos al mercado interno, vía programas sociales, bonos de fin de año y la reforma impositiva. En conclusión, hipotecó el ajuste fiscal para, ahora, a traspié tal vez, reactivar el consumo y la actividad.

El fortalecim­iento del dólar se tradujo en la última quincena en un respingo del tipo de cambio, cuando todo hacía suponer, y el propio Sturzenegg­er había planteado, que no se movería en demasía. La sombra de la inflación resurgió de inmediato. La biblioteca de los economista­s está dividida acerca de cuánto podrían subir los precios en el contexto de caída de la demanda. Pero la ficha de la suba de las tasas de interés para frenar la presión de un repunte del consumo y del “pass trough” de la devaluació­n a los precios al consumidor, ya fue jugada, y no parece que haya mucha vuelta atrás.

En el gráfico que se acompaña se refleja que el actual nivel del tipo de cambio ha hecho resurgir en el primer año de Cambiemos los depósitos en moneda extranjera en los bancos, y las compras de particular­es. Hay una convicción de que el peso volverá a depreciars­e, y la “construcci­ón de credibilid­ad” que procura el Banco Central podría quedar mellada. Entre dos fuegos. El sector privado busca su camino, cansado, se percibe, de la falta de avances. La semana pasada, el se-

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