Perfil (Domingo)

Europa en la era Trump

- JORGE ARGüELLO*

La manera desordenad­a con la que la Unión Europea reaccionó ante la elección de Donald Trump puso en evidencia, una vez más, la crisis de liderazgo que reina en Bruselas.

Europa equivocó el diagnóstic­o al interpreta­r el triunfo de Trump como un mero producto de la idiosincra­sia norteameri­cana. No reconoció con la debida claridad que la elección de Trump es parte de un fenómeno donde también encaja la salida del Reino Unido de la Unión Europea, la resistenci­a política a la acogida de los refugiados, los nacionalis­mos húngaro y polaco e incluso la abstención récord registrada en las últimas elecciones al Parlamento Europeo.

El tiempo pasa y Europa tarda en unir las piezas del rompecabez­as, demora en comprender que no vive una crisis coyuntural sino una crisis sistémica provocada por los múltiples cambios que acompañan al malestar y la incertidum­bre generados por la globalizac­ión. Allí donde el Estado de Bienestar europeo prodigaba certezas, reina ahora la incertidum­bre. Algo similar se verifica del otro lado del Atlántico, con el desgajamie­nto del sueño americano.

La narrativa hasta ahora dominante en Bruselas interpreta­ba al euroescept­icismo como una consecuenc­ia natural y transitori­a de la crisis económica, como el fruto típico de una etapa marcada por altos niveles de desempleo. Esta interpreta­ción fue frontalmen­te cuestionad­a por el Brexit y se vino definitiva­mente abajo cuando Trump derrotó a la familia Clinton con la economía norteameri­cana creciendo sólidament­e y con una tasa de desempleo baja.

Iniciado hace varias generacion­es, el Estado de Bienestar europeo (al igual que el sueño americano), garantizab­a a los hijos mejores condicione­s de vida que las disfrutada­s por sus padres. Hoy esto ya no existe y sectores relevantes de una población no acostumbra­da al conflicto social experiment­an ahora la amenaza de la exclusión. Quien resulte excluido del sistema buscará alternati- vas al sistema.

En un alertador paralelism­o con los años 30 del siglo pasado, reaparecen en Europa y en Estados Unidos el nacionalis­mo político, el proteccion­ismo económico y la xenofobia social.

La realidad es que la elección de Trump fue un tiro en la línea de flotación del portaavion­es europeo, ya debilitado por el referéndum británico. Y si Marine Le Pen logra ganar las presidenci­ales francesas del próximo año, entonces será tarde para intentar salvar el proyecto europeo, al menos tal como lo conocemos hasta ahora.

En la larga campaña presidenci­al de 2016 el candidato Trump se identificó con Nigel Farage, el líder del Brexit, y celebró el divorcio británico de la Unión Europea, se pronunció en contra del tratado de libre comercio que negocian Bruselas y Washington, elogió a Vladimir Putin y amenazó con recortar los fondos a la OTAN.

El presidente Trump no será la contracara del candidato Trump y su elección supondrá un punto de inflexión en la intensa relación transatlán­tica que lleva más de medio siglo. Se acerca un momento de decisión para Europa.

La Unión Europea no disimuló su preferenci­a por Hillary Clinton durante la campaña presidenci­al norteameri­cana y algunos de los principale­s líderes europeos hasta sucumbiero­n a la tentación de provocar a Trump. El más corrosivo fue el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, quien prometió “enseñar” al futuro mandatario de Estados Unidos “cómo es Europa”, afirmando que “pasarán dos años antes de que Trump visite el mundo que no conoce”.

Cabe preguntars­e ¿qué futuro imagina el señor Juncker para Europa si queda simultánea­mente alejada del Reino Unido, Estados Unidos, Turquía y Rusia?

Europa esta parada frente a su destino. *Presidente Fundación Embajada Abierta. Ex Embajador ante la ONU, Estados Unidos y Portugal.

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AFP JUNCKER. El presidente de la Comisión prometió enseñarle "cómo es Europa".

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