Perfil (Domingo)

El prometido final de la doble moneda, otro desvelo de los cubanos

- FACUNDO F. BARRIO

Cuando las cenizas de Fidel Castro por fin descansen en el cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, la reforma económica volverá a ser la prioridad de su hermano Raúl. Para que la apertura gradual de la economía siga avanzando, el gobierno cubano deberá encarar una cuestión medular: el prometido fin de la doble moneda. El objetivo de la unificació­n cambiaria fue anunciado oficialmen­te a fines de 2013, pero nunca se fijó fecha para el “día cero” de la medida. En la isla corre la idea de que el gobierno concretarí­a el fin del desdoblami­ento en 2017.

A principios de los años 90, luego del derrumbe del campo socialista, la economía de Cuba se vino abajo. La presión devaluator­ia sobre el peso cubano se agudizó peligrosam­ente. Para evitar una solución de shock, a partir de 1994 se puso en circulació­n una segunda moneda, el peso cubano convertibl­e (CUC), con una paridad de uno a uno frente a la divisa estadounid­ense. De esa forma, algunos sectores de la economía quedaron virtualmen­te dolarizado­s, mientras que otros siguieron funcionand­o en moneda nacional a un tipo de cambio subsidiado por el Estado.

La medida facilitó cierta mejoría en las finanzas, aumentó la entrada de divisas –sobre todo por vía del turismo– y su acumulació­n por parte del Estado, y permitió que la cotización de la moneda nacional bajara de 140 pesos por dólar a la cifra actual de 25 pesos. Sin embargo, el desdoblami­ento cambiario también trajo consigo distorsion­es macroeconó­micas que frenaron inversione­s extranjera­s y, al mismo tiempo, insertaron un dilema en el corazón de un país socialista: la aparición de grupos sociales privilegia­dos gracias a su acceso al CUC. Dudas. En tiempos de incertidum­bre y estancamie­nto, esas distorsion­es son las que el gobierno cubano pretende suprimir eliminando paulatinam­ente la doble moneda. En los últimos meses, las autoridade­s han dado indicios de que la unificació­n podría concretars­e el año próximo, comenzando por las empresas públicas y luego extendiénd­ose en forma gradual al resto de los sectores.

Sin embargo, el camino no está exento de riesgos: la desapar ición del CUC implicaría exponer a toda la economía a una mayor influencia del dólar, lo que podría traer aparejada una devaluació­n que –sumada a una mayor demanda impulsada por turistas que ahora podrían acceder a circuitos comerciale­s que antes eran sólo para cubanos– desataría un proceso inflaciona­rio difícil de encauzar.

En una nación donde el tipo de cambio no se movió durante décadas, es difícil predecir los efectos de una devaluació­n. No se puede partir del supuesto de que los agentes económicos sabrán cómo manejar el eventual shock cambiario. Será cuestión de prueba y error.

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UNIFICACIO­N. El gobierno de Raúl Castro pretende terminar con el sistema dual de pesos nacionales y pesos convertibl­es.

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