Imágenes de Cuba
Las películas ambientadas en Cuba antes del advenimiento de Fidel Castro al poder ofrecían una imagen idealizada de ese país y estimulaban a los espectadores a conocer ese paraíso de grandes hoteles, lujosos casinos, deslumbrantes espectáculos y magníficas playas. El epítome de esa atracción por una Cuba idealizada es el film de Walter Lang Week-end in Havana, rodado en 1941. Allí la vendedora de una gran tienda (Alice Faye) viaja a la isla en un crucero que queda encallado en un banco de arena y para lograr que no haga un juicio a la empresa naviera es trasladada en avión a La Habana por el vicepresidente de la compañía, que tiene como misión hacerle pasar un fin de semana inolvidable. En su breve estadía, la vendedora queda deslumbrada por los paisajes de Cuba, asiste a un colorido show ofrecido por Carmen Miranda y se enreda en una aventura con un fullero de la que a la larga saca una ventaja.
El cine mexicano también explotó ese deslumbramiento por Cuba creando lo que se llamó luego el “cine de rumberas”. Entre las cubanas que reinaron en la pantalla mexicana se destacaron María Antonieta Pons, que en 1938 inauguró ese subgénero con Siboney, y luego se lució en Balajú, Cruel destino, Embrujo antillano y La reina del trópico. Otras bailarinas cubanas que descollaron en el cine azteca por su sensualidad y su belleza fueron Ninón Sevilla, Amalia Aguilar y Rosa Carmina. Los argumentos de esas películas eran folletines con números de baile y títulos sugerentes como Perdida, Coqueta, Aventurera, Víctimas del pecado, Pervertida o La mujer de fuego.
En cambio, casi ignorado por el cine fue el malestar social de un sector de la población cubana y los oscuros manejos del gobierno. John Huston, en 1949, abordó el tema en Rompiendo las cadenas, con John Garfield y Jennifer Jones, que describía el plan de un atentado contra el despótico presidente Gerardo Machado.
Una película valiosa por haber mostrado la vida cotidiana en la capital de Cuba en 1959 fue Nuestro hombre en La Habana, una historia de espionaje basada en una novela de Graham Greene. El 13 de mayo de ese año el equipo de filmación fue visitado por Fidel Castro cuando rodaban una escena en la plaza de la Catedral. Este film de Carol Reed se transformó en una película de culto por haber captado cómo se veía La Habana en aquel momento tan particular.