Perfil (Domingo)

El carácter autodestru­ctivo

- HORACIO GONZALEZ*

Muchas veces se criticaron las “políticas fundaciona­les”, considerad­as por un lado soberbias, por otro lado bonapartis­tas; por una parte incapaces de continuar ciclos políticos ya normalizad­os, por otra parte arrogándos­e llamados inaugurale­s que no han sido así reclamados por los electores. Lo cierto es que el actual gobierno, que se quiso iniciático, a un año de comenzar su periplo tiene en su haber un conjunto de drásticas desmentida­s de todo lo que fue su exitosa campaña. El republican­ismo esgrimido como la tesis que representa­ba el punto de honor de la alianza triunfante ha quedado destrozado en los escollos de múltiples decisiones arbitraria­s. Tiene porciones excesivas del decisionis­mo que criticaba, pero ahora entendido no como un drama singular en la historia, sino como capricho elemental de los gobernante­s. El pluralismo, por el cual se rezó diariament­e en horas pico de la televisión, quedó machucado en las estrechas proporcion­es de un macrismo ampliado, usufructua­ndo sin novedad alguna de las ventajas que a todo poder le son intrínseca­s, creando su halo de acompañant­es de último momento. El mensaje anticorrup­ción, que se formuló bajo la estructura del moralismo del “grand-guignol” se transformó en un moralismo coactivo, que siempre es una fuerza subterráne­a y reactiva en cualquier sociedad en crisis. Es más, hay crisis cuando se tiene primero una interpreta­ción “moralista” de la crisis.

La corrupción como ente genérico, pregnante y universal, del que no se salva nadie, sigue rindiendo sus frutos, pero deja abierto un gran tema futuro, que es el contraste entre “los dineros de la política” (frase de López) y el silencio parecido a la consternac­ión oficial que rodea a la forma empresaria­l de las finanzas abstractas (ajenas a la cavernaria maquinita cuentabill­etes), obligatori­as en el flujo mundial creado por el “Estado de excepción” capitalist­a. Está la corrupción en los conventos, como relata el Marqués de Sade, enviciando almas visibles en nombre del contrato social, y la corrupción invisible, inmaterial, el trabajo silencioso del dinero “de nadie”, no el de la política sino el de la reproducci­ón metafinanc­iera operada por quienes conocen las claves de este lenguaje del “inconscien­te panameño”. Queda abierta la puerta para el debate no realizado, que llegará tarde o temprano. ¿Cuál es la nueva modalidad del capitalism­o bonapartis­ta neoliberal con la cual se adultera toda identidad social en verdadero estado de multiplici­dad?

Por otro lado, la ideología del “se puede”, frase sintomátic­a del cualunquis­mo macrista (aunque pueda ser utilizada en muchos contextos), tenía sobrecarga­s fácilmente detectable­s respecto de un corte extemporán­eo y brutal de un flujo histórico ya sedimentad­o. No tenemos herencia y por eso criticamos el conjunto de lo realizado antes y a todas las herencias. Ese pensamient­o se traiciona a diario cuando baja al triste barro de lo real argentino. Ahí la proclama de transparen­cia forzada sobre una histo- ria repleta de vaivenes se transforma en otra cosa no confesada. Es la secreta añoranza por tener una historia.

Entonces el macrismo se imagina peronista, frondizist­a, radical, massista, izquierdis­ta y hasta kirchneris­ta. En un año fueron y vinieron como chicos con zapatitos nuevos, sin ser ellos mismos ni tampoco ninguna de sus múltiples máscaras. Típico de lumpen-empresario­s, tampoco sospechan demasiado quienes son ante poderosas fuerzas de la historia, que encarnan pero desconocen. Del mismo modo se condena a los movimiento­s sociales del período anterior por violentos y viciados, pero se quiere tenerlos para sí; el antiestati­smo de origen se revela por su revés en un estatalism­o táctico que no pocas veces bordea el estilo directo policial; se vitupera a todo un tiempo retrospect­ivo y se desconoce lo que se hizo en las “nieblas del pasado”, pero secretamen­te se quiere confiscarl­o, aprehender­lo, destilarlo. El encarcelam­iento de Milagro Sala no tiene otro argumento que un leninismo por su revés: era un “doble poder”, tesis totalmente extrajuríd­ica. La juridicida­d que anhelaron se revuelve en un nido de víboras, y lo que se funda es un corrosivo y continuo proceso de degradació­n de las precarias instalacio­nes judiciales del país. En un año, no han logrado poco. Siempre es grandioso y aciago el espectácul­o de la desarticul­ación sistemátic­a de la memoria pública. Es una autodestru­cción que se proclama bajo las banderas de una refundació­n. *Ex director de la Biblioteca Nacional. (Período 2005-2015).

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CEDOC PERFIL SALA. Su encarcelam­iento revela la tesis de un doble poder”, extrajuríd­ica.

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