Experimentan con un sueldo por no hacer nada
Sinónimo de una sociedad de bienestar, Finlandia ha consolidado su calidad de vida en base a un sistema con un altísimo nivel de educación y una economía basada en el uso eficiente de recursos naturales (energías renovables) y la tecnología aplicada a sectores específicos. En ese contexto, y a pesar de que también impacta la retracción de la economía mundial, el país escandinavo está lanzado a enfrentar los desafíos laborales del futuro, que aquí empiezan a ser del presente.
Hace una semana, el gobierno realizó el primer pago mensual de la renta básica universal, un pago de 560 euros a unos 2 mil finlandeses elegidos mediante un muestreo aleatorio entre desempleados, que seguirán cobrando aún en el caso de encontrar empleo.
La renta básica es un ingreso pagado por el Estado y entendido como un derecho de la ciudadanía, incluso si no quiere trabajar de forma remunerada. No tiene en consideración si el beneficiario es rico o pobre o si dispone de otras fuentes de ingresos ni tampoco importan las rentas de su núcleo familiar. Es una opción social que garantiza las condiciones básicas de supervivencia, con el ojo puesto en un futuro donde el avance digital reemplace la fuerza laboral. Un estudio que la Universidad de Oxford elaboró en enero de 2016, revela que el 57% de la fuerza de trabajo humana en los países de la OCDE está en riesgo de desaparecer por la automatización y los avances tecnológicos. Pacto. Ya hace unos años que los finlandeses trabajan para mejorar su productividad en función del estancamiento del mercado laboral, el envejecimiento de la población económicamente activa y el alto costo del Estado de bienestar. Por eso hace seis meses el gobierno y los principales sindicatos firmaron el Pacto de Competitividad, que obliga a la mayoría de los asalariados a trabajar más por el mismo salario, con la esperanza de aumentar la competitividad tras años de estancamiento. El acuerdo es el resultado de un año de negociaciones entre el gobierno que abogaba por la austeridad y los sindicatos, que se resistían. Con la medida, el primer ministro, Juha Sipila anunció que el objetivo es crear 110 mil empleos y aumentar la tasa de empleo al 72% contra el 68,5% que tenían hasta hace un año.
Alredededor del 87% de los trabajadores finlandeses tendrán que trabajar 24 horas (tres días) más al año sin compensaciones adicionales. Algunos sectores acordaron que los repartirán trabajando seis minutos más por día.
Los gremios finlandeses aceptaron porque si bien tienen sus intereses, se ven a ellos mismos como parte de un conjunto, no como un sector aislado de la sociedad.