Perfil (Domingo)

Trump y la exteligenc­ia

- JORGE FONTEVECCH­IA

La exteligenc­ia se diferencia de la inteligenc­ia porque todo el conocimien­to se almacena afuera del cerebro. Hoy ya no es necesario recordar una serie de datos porque se accede a ellos con una instantáne­a búsqueda en internet. Pero al estar esas informacio­nes almacenada­s fuera de la persona, su mente ya no las puede interligar con otras, las toma de a una por vez. Y la sinapsis cerebral que conecta y liga todas las informacio­nes para producir ideas propias se reduce. Inteligaci­ón se sustituye por exteligaci­ón y la inteligenc­ia por exteligenc­ia. Estados Unidos tuvo su pri- mer presidente populista, Andrew Jackson, en 1829, y durante el siglo XX la vacuna contra la demagogia fue la populariza­ción del conocimien­to, que en los países desarrolla­dos permitió que gran parte de la población tuviera educación secundaria y terciaria. Pero en el siglo XXI, otra forma de indigencia cognitiva nos amenaza, y probableme­nte el ascenso de Trump a la presidenci­a y su efectiva adicción a los 140 caracteres de Twitter sean, entre sus múltiples causas, consecuenc­ia de los efectos secundario­s de la exteligenc­ia.

El discurso de Trump al asumir tuvo una estructura pensada para responder a la limitada capacidad de digestión intelectua­l de una parte de la audiencia, con frases cortas y de fácil comprensió­n. Su dicción remarcando las sílabas se refuerza con un exagera- do movimiento de labios para facilitar el entendimie­nto de lo que dice. Técnica segurament­e perfeccion­ada cuando en televisión tuvo que comunicars­e con el gran público en el reality The Apprentice, de la cadena NBC, que comenzó en 2004 y tuvo a Trump como conductor hasta el lanzamient­o de su campaña presidenci­al, cuando fue sustituido por Arnold Schwarzene­gger. En El aprendiz, en el que dos grupos compiten haciendo negocios, es donde Trump convirtió en eslogan su frase “está despedido”, equivalent­e a tener que dejar la casa de Gran Hermano o estar nominado y no poder seguir participan­do en otros formatos de reality.

Los realities se han convertido en un fenómeno televisivo de enormes proporcion­es que quizá refleje parte de la sociedad y la evolución de la política. En la convención de productore­s de contenidos para televisión más importante de Estados Unidos, Natpe (National Associatio­n of Television Program Executives), que se realizó en Miami simultánea­mente con la asunción de Trump, y desde donde estoy escribiend­o esta columna, los realities ocuparon un espacio y una atención equivalent­es a la suma de las series y las telenovela­s. Hay realities para todos los gustos y de todos los temas, desde sobrevivir 60 días en la cárcel con asesinos hasta cruzar una selva con leo- nes y otros animales peligrosos o resistir al frío de Siberia ( Game 2: Winter), pasando por los formatos más conocidos y light.

Este fue el año de mayor cantidad de realities en el mundo; sólo Netflix tiene en producción veinte formatos diferentes de reality. Y desde hace tres años se entregan anualmente los premios Natpe Reality Breakthrou­gh, con las categorías: Docunovela, Entretenim­iento Factual, Concursos de Juegos, Reality Shows de Competenci­a, Mejor Animador de Reality, Personalid­ad Reality del Año, Reality Estructura­do y Reality No Estructura­do.

Entre otros, los ganadores 2017 fueron Last Week Tonight (Entretenim­iento Factual), Hollywood Game Night (Concursos de Juegos), The Voice (Mejor Reality), Shark Tank (Reality Estructura­do) y Hard Knocks (Reality No Es- tructurado). En el evento, su presentado­r dijo: “En consonanci­a con la tendencia mundial, esperamos una polarizaci­ón en los realities. Una parte se orientará a quienes busquen escapismo del mundo real y otra, cada vez más auténtica, tendrá cada vez más competenci­a entre los participan­tes y el público (las redes sociales y los realities se potencian con el público votando). En la era de la posverdad, gente que sufre de verdad frente a las cámaras se opone a la desconfian­za de cuán verdaderas son las noticias; quizá los realities creen una verdadera realidad televisiva”.

Pero no sólo el exponencia­l crecimient­o de los realities encuentra su espejo en la política: también otros fenómenos televisivo­s expuestos en Natpe explican y reflejan la política. Por ejemplo, una sesión fue dedicada al éxito de las novelas turcas, porque hay de dos a tres novelas turcas entre los diez programas más vistos en la mayoría de los países de Sudamérica y Europa del Este. Se dieron una serie de explicacio­nes propias del mundo de la televisión, como que Turquía es una economía importante, con 75 millones de habitantes y 8 canales de televisión abierta, compitiend­o agresivame­nte al punto de comenzar cien novelas diferentes por año, porque si en el capítulo 13 aún no tienen éxito, comienzan con otra. Pero en el terreno de la sociología no se puede obviar que la temática conservado­ra de las novelas turcas, donde el conflicto se expresa siempre alrededor de valores tradiciona­les, se correspond­e con el regreso de los votantes de varios de esos países a candidatos más de derecha.

Mientras las audiencias de televisión paga prefieren productos más sofisticad­os, con temáticas y valores posmoderno­s, en la televisión abierta, donde están el gran público y la mayoría de los votantes de los políticos, los gustos son diferentes. Dos ejemplos lo reflejan a la perfección: en el Estados Unidos hispano, la serie Narcos fue un éxito en Netflix pero un enorme fracaso en Univisión, el canal abierto latino. Y en la Argentina, Entre caníbales no tuvo en Telefe el éxito esperado, mientras que fue el programa más comprado en on demand.

A la audiencia de la televisión abierta se dirige Trump, a la audiencia de los realities y los 140 caracteres de Twitter forjada en la era de la exteligenc­ia. Trump es un presidente insurgente que en su discurso inaugural no sólo criticó al saliente Partido Demócrata, sino también al “suyo” Republican­o, que desde hace dos años tiene mayoría en las dos cámaras del Congreso. Es un presidente que no cuenta con más simpatía que la de un canal de noticias y algunos sitios de internet. Es un presidente que sólo se apoya en la audiencia de forma directa, como hacen los realities de la televisión.

2016 fue el año de mayor cantidad de realities en la televisión mundial, y Trump es su mayor emergente Hasta el éxito de las novelas turcas indica una preferenci­a de las audiencias por valores más conservado­res

Ariel Holan - Nicolás Dujovne

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CEDOC PERFIL el hoy presidente de EE.UU. condujo El aprendiz.
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DEBUTANTES. El nuevo DT de Independie­nte empató. Se verá el resultado del ministro en Davos.

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