Una novela sin sentido
La lamentable traducción de un tal José Antonio Soriano Marco, que muestra un profundo desconocimiento de nuestra lengua, hace excesiva la pregunta sobre la dimensión de Pierre Lemaitre para que el jurado del premio Goncourt lo reconociera en 2013. Lo que se puede leer en Tres días y una vida es un apedreo de frases cortas en descripciones excesivas y escenas de forzada construcción. En tanto estructura como novela, deja una única lectura crítica al respecto.
Así, nos encontramos con un tímido género policial amparado en el suspenso. Antoine, un preadolescente, mata al hijo de 6 años de su vecino, en un evento entre accidental, gratuito e irracional. El crimen ocurre en el bosque y el cuerpo de la víctima termina en un pozo. Lemaitre presenta culpa, paranoia, mentiras y ocultamientos del joven como algo inevitable, incluso construye con él cierta personalidad apacible, ordenada e inteligente. Nada
más inverosímil. La banalización del hecho puede naturalizarse como algo común, accidental, para un lector desprevenido. Si la lectura fuera escéptica, incluso estaríamos ante una novela psicológica. Pero no. Lo burdo de la factura, la liviandad en el desarrollo de los personajes, como si fueran pastiches de verdades comunes de un sentido vulgar, conspira para enviar un mensaje tranquilizador: lo que ocurrió, finalmente, tiene un costo para el responsable. Pagará con la chatura de su propia vida, por siempre.
Esta falsa moral progresista, donde todo se categoriza en un mismo orden, dejando al lector que se sienta libre para concluir gustoso, cómplice, casi dios de la ausencia de juicio ético, es la forma más arcaica y cínica para evadir la responsabilidad como escritor. En este caso, el destino es un accidente, involuntario y obra de la fatalidad más inoportuna, que no corresponde a la agresividad latente de una vida campesina en el centro de Francia. El egoísmo y el desprecio de Antoine sirven de escudo para su irresponsabilidad humana, efecto de identidad y proyección del mismo egoísmo y desprecio que Lemaitre muestra por la literatura, al menos en esta fallida ficción.