La Argentina, a través de sus ídolos
el fotógrafo de famosos expone sesenta ejemplos de su trabajo. Alejandro Urdapilleta, Batato Barea, cris Miró, norma Pons y Alberto Olmedo, inmortalizados por la lente de un artista.
Los conocemos, los hemos visto, escuchado, leído y, sin embargo, siguen siendo un enigma. Son figuras del arte y del deporte de nuestro país, que, todas juntas, arman una suerte de mapa simbólico de la identidad nacional. Están reunidas bajo la mirada de Gianni Mestichelli, fotógrafo italiano radicado en la Argentina, con más de cincuenta años de profesión desde que, en 1965, ingresó a Editorial Abril. Alejandro Urdapilleta, Batato Barea, Cris Miró, Norma Pons, Alberto Olmedo, Astor Piazzolla, Ringo Bonavena, Alfredo Alcón, Sergio Renán, Inda Ledesma, Arturo Jauretche, Atahualpa Yupanqui, Luis Alberto Spinetta, Jorge Guinzburg, Mercedes Sosa, Carlos Monzón están todos reunidos en la muestra Iconos argentinos, que se expone en el Centro Cultural Recoleta hasta el 24 de marzo, de martes a domingo, con entrada libre. Del inmenso archivo de Mestichelli, asociado a su trabajo en medios como diario El Mundo, Radiolandia, Editorial Atlántida, la artista plástica Renata Schussheim realizó una selección de sesenta ejemplos, que son los que efectivamente están expuestos en impresiones de gran tamaño, sobre las que su autor reflexiona.
—¿Qué imagen de la Argentina devuelven estos retratos?
—Son disímiles, pero todos, en el fondo, estaban luchando por cosas… Por ejemplo, Batato, un luchador por la igualdad de género; Norma Pons, contra los prejuicios, porque empezó de vedette y terminó siendo una excelente actriz de teatro. Urdapilleta está más pegadito a Batato, aunque con otro tipo de personalidad. Y Bonavena, personaje que sale de los más humildes, con una visión a veces lúcida, asombrosa, consagrada a través de sus famosas frases. La Argentina, si uno la tuviera que resumir, diría que tiene esos raptos de momentos buenos, brillantes, como de un país maravilloso, y otros momentos en que cae en situaciones inexplicables. También muchos de estos que están en las fotos tienen momentos trágicos, de lucha, de búsqueda de reconocimiento. —¿Cómo lograste estas fotos, cómo se gestaron? —Algunas surgieron en se- siones de fotografía; otras no. Por ejemplo, la foto de Bonavena se hizo en un reportaje en la oficina de [Bernardo] Neustadt. Con Batato, surgió porque yo colaboraba con El Club del Clown e hice esas fotos para un monólogo que él hacía. Y como Urdapilleta trabajaba en el Parakultural y yo soy amigo de Omar Viola [creador del emblemático espacio under] y él quería hacer una muestra de fotos de los que trabajaban ahí, le dijeron a Urdapilleta que yo le iba a sacar fotos. Con Alberto Olmedo, que era uno de los pocos cómicos divertidos en vivo y fuera de escena, conviví cuando hicimos una foto para una revista, que implicó que estuviéramos un día entero recorriendo Rosario, donde él estaba muy divertido. Fueron situaciones distintas unas de otras, pero me llama la atención que uno siempre termina definiendo al personaje. Por ejemplo, la de Batato Barea tiene todos sus ingredientes: tiene el travesti, tiene el clown. Por eso, muchas de mis fotos se usaron para biografías, como la de Cris Miró.