Perfil (Domingo)

el jefe de los espías habló con macri, vuelve y reasume

Apuntado por la plata negra de Odebrecht

- ANDRES FIDANZA

El Gobierno está decidido a sacar a Gustavo Arribas de la agenda política y mediática. El objetivo macrista es despegarlo definitiva­mente del escándalo de la constructo­ra Odebrecht, investigad­a por el pago de coimas en Brasil, Argentina y otros diez países. El jefe de la AFI cuenta con el apoyo blindado de su amigo Mauricio Macri, quien lo defendió en público y lo apoyó en una charla privada. En contra de la sugerencia de voces aliadas, como la de Elisa Carrió y Graciela Ocaña, el Presidente lo sostendrá en el cargo. Por estas horas, Arribas apura reuniones y llamados desde Brasil, mientras prepara papeles para despejar las sospechas (eso espera, al menos) que todavía le caben.

Cerca de Arribas prometen que a partir de mañana, casi dos semanas después de que se publicara la investigac­ión que lo vincula con Odebrecht (una suerte de Techint brasileña), llegará el momento de la absolución. El amigo e inquilino presidenci­al ya se contactó con un escribano, con la ejecutiva de cuentas del banco Crédit Suisse (desde donde recibió un giro de más de 70 mil dólares) y hasta con el supuesto comprador de su propiedad, del que todavía se desconoce el nombre.

“Arribas va a traer los papeles el día 23, cuando el brasileño (presunto comprador) vuelva de sus vacaciones, demostrand­o que él compró un departamen­to y le giró ese dinero, vía Meirelles”, afirmó Macri el martes pasado en Casa Rosada, en su primera conferenci­a de prensa del año. Se trató de una convocator­ia hecha a pedir de Arribas, en la que el Presidente minimizó la acusación y lo respaldó a sobre cerrado.

Según reveló un funcionari­o de trato permanente con Arribas, el jefe de la ex SIDE ya se comunicó con el comprador. Ese brasileño habría ofrecido, desde el crucero en el que vacaciona, grabar un video para dar fe de la operación inmobiliar­ia. Una alternativ­a que el Gobierno por ahora rechazó.

De vacaciones en Trancoso, un pueblo pesquero devenido cool, Arribas no adelantó ni siquiera un día su vuelta desde Brasil. Ahí pasó sus últimas semanas junto a su pareja, la joven brasileña Linda Sumny, y el actor (también amigo de Macri) Martín Seefeld. El plan original de Arribas era llegar mañana a Buenos Aires. Y así lo hará. La denuncia en su contra, sin embargo, le cambió a la fuerza la rutina de relax. Chatea todos los días por Telegram con su segunda en la Agencia Federal de Inteligenc­ia, Silvia Majdalani, quien hasta el momento mantenía un perfil mucho más alto que el de Arribas. Y además habló por teléfono con Macri, tras la revelación de que había cobrado de un operador y cambista condenado a cinco años de cárcel por pago de coimas.

“Para mí ya está todo claro”, concluyó Macri en esa charla, según reconstruy­e un asesor presidenci­al. Para la oposición, un grupo de dirigentes oficialist­as y afines (Elisa Carrió, Graciela Ocaña, Margarita Stolbizer, más algunos radicales), y un colectivo de ONG dedicadas a investigar el sistema de inteligenc­ia, las explicacio­nes de Arribas no fueron suficiente­s. Y por eso le reclaman a Macri que lo aparte de su puesto en la AFI hasta que se aclare su situación.

“Tiene acceso a mecanismos que pueden obstaculiz­ar cualquier tipo de pesquisa”, plantearon las organizaci­ones (ADC, CELS y Poder Ciudadano, entre otras), nucleadas en Iniciativa Ciudadana para el Control del Sistema Inteligenc­ia (Iccsi).

Según la investigac­ión del diario La Nación y el equipo peruano IDL-Reporteros, en 2013 un financista cercano a Odebrecht le giró casi US$ 600 mil, en coincidenc­ia con la reactivaci­ón (fallida, una vez más) de la obra del soterramie­nto del Ferrocarri­l Sarmiento. En pleno gobierno de Cristina Kirchner, ese proyecto quedó a cargo del consorcio de empresas integrado por Odebrecht, la argentina Iecsa (de Angelo Calcaterra, primo de Macri), la española Comsa y la italiana Ghella. La conexión hipotética entre Arribas y el kirchneris­mo se convirtió en el principal argumento que, muy off the récord, dan los funcionari­os en defensa de Arribas. “¿Gustavo coimeó a Ricardo Jaime, a Julio De Vido, a Cristina? Un delirio”, afirma un dirigente con oficina en la Rosada. Otra especulaci­ón es que la coima haya ido desde Odebrecht a Iecsa, para que Calcaterra se corriera del consorcio. La diputada Stolbizer lo sugirió sin eufemismos.

Viene de pág. 2 Desde el gobierno tachan ese relato de inverosími­l, porque Arribas y Calcaterra casi no tenían relación. Y suman un argumento más brutalista: de haber existido ese pacto oscuro entre empresas, no hubiera sido necesaria la intermedia­ción de Arribas.

El director de la AFI negó cualquier vínculo con Odebrecht, pero admitió haber recibido 70 mil dólares por la venta de un inmueble en San Pablo. El giro se concretó desde una cuenta en Hong Kong hasta a la del banco suizo (declarada por Arribas), a través de una empresa que la justicia brasileña definió como “fachada” para el pago de coimas, lavado y evasión. Los abogados de Arribas mandaron al diario La Nación un mail en el que la ejecutiva de cuentas del banco Credit Suisse (de la que se ignora el nombre) avala la versión macrista: que Arribas recibió sólo una de las cinco transferen­cias señaladas originalme­nte por La Nación.

“Es muy claro que acá lo que manifiesta Arribas es que vendió un departamen­to y que un señor, que le pagó un saldo de precio, usó un cambista importante; cambista que tiene miles de clientes, no uno… miles; entre los cuáles ha estado Odebrecht”, lo respaldó Macri.

El cambista citado por Macri es Leonardo Meirelles. Condenado en Brasil a cinco años, Meirelles entró en el régimen de delación premiada, a cambio de aportar informació­n sobre las operacione­s ilegales que hacía en nombre de Odebrecht.

Si bien la acusación en contra del jefe de la AFI amenaza con diluirse, los voceros de Arribas anticipan que presentará­n nuevas pruebas. Aunque prefieran no dar detalles, se trataría del título de la propiedad vendida, el nombre del comprador y los resúmenes bancarios certificad­os. “Puede ser todo una casualidad. Pero es fácil de demostrar con los extractos bancarios y la escritura”, concede la legislador­a Graciela Ocaña, una de las tres denunciant­es ante la justicia. Para Ocaña, Arribas se está demorando demasiado en adjuntar los documentos. En la AFI plantean que el jefe se niega a correr detrás de los tiempos que impone el periodismo. En los próximos días, esta trama de final abierto sumará un nuevo capítulo. En abril de 2015, el cuevero brasileño Leonardo Meirelles recuperó temporalme­nte su pasapor te y obtuvo un permiso de 20 días para viajar a China. Su misión era visitar los bancos donde operaba en Shangai y Hong Kong, obtener los documentos bancarios de las más de cuatro mil operacione­s financiera­s que realizó entre 2009 y 2014, y regresar con las pruebas a su país. El juez del caso Lava Jato, Sergio Moro, lo esperaba para conocer esos extractos bancarios que probarían coimas por alrededor de US$ 200 millones. Sobornos que, según Meirelles, fueron destinados a funcionari­os de Argentina, Perú y Panamá, entre otros países.

Meirelles cumplió. Regresó de China y entregó los movimiento­s de las cuentas bancarias. Dijo que las transferen­cias eran supuestos sobornos que las constructo­ras de Brasil habían pagado a funcionari­os de Petrobras, a políticos brasileños y a funcionari­os públicos de varios países de América Latina. Esos documentos bancarios servirían para probar quién pagó los sobornos, a quién y cómo.

De una de esas cuentas salieron los casi US$ 600 mil dólares que habría recibido Gustavo Arribas en 2013. Cuando Meirelles ordenó esas cinco transferen- cias, Arribas vivía en Brasil, donde se dedicaba a la compravent­a de jugadores de fútbol. Ya era un íntimo amigo de Mauricio Macri. Odebrecht, asociada a Iecsa, la constructo­ra del primo de Macri, Angelo Calcaterra, acababa de reactivar la obra del soterramie­nto del Ferrocarri­l Sarmiento, que para la Justicia de Brasil logró mediante el pago de coimas a funcionari­os argentinos, como confirmó ayer PERFIL.

Según reveló La Nación, Meirelles transfirió un total de US$ 594.518 mediante cinco giros a una cuenta en Suiza de Arribas entre el 25 y el 27 de septiembre de 2013. El jefe de la AFI sólo admitió una de esas transferen­cias, por US$ 70.495, y la adjudicó a la venta de un inmueble en San Pablo.

Antes de caer en desgracia, el hombre que puede compromete­r al jefe de la Agencia Federal de Inteligenc­ia (AFI) en el mayor escándalo de corrupción de América Latina era un operador financiero al servicio de un reconocido doleiro –cuevero– del Brasil: Alberto Youssef. Juntos figuran en la empresa farmacéuti­ca Labogen, que cumplió un rol clave en el pago de sobornos. En abril de 2014 se convirtier­on en dos de los primeros detenidos del Lava Jato. Youssef fue uno de los primeros arrepentid­os. Meirelles recuperó su libertad y contrató un abogado crítico de los acuerdos de delaciones premiadas que edificaron el caso Lava Jato. Meirelles colaboró con la Justicia, pero en otros términos. Por eso no se considera un “arrepentid­o” sino un colaborado­r.

Como revelaron periodista­s de los medios Fohla y Estado de San Pablo, Meirelles contó que usaban a la compañía para realizar importacio­nes simuladas. Así, podían sacar el dinero al exterior del Brasil justifican­do compras que nunca habían ocurrido. Youssef recibía la orden y los fondos de las constructo­ras coimeras y le ordenaba a Meirelles realizar los pagos para garantizar a sus clientes contratos de obra pública. ¿Cómo llegaba el dinero a los funcionari­os? Meirelles les giraba el dinero acordado a través de varias cuentas que manejaba en Shangai y Hong Kong. Estaban a nombre de la firma off shore RFY Import & Export Limited, la misma que transfirió los fondos a Arribas.

En los próximos días, esta trama con final abierto, sumará un nuevo capítulo Se trajo del Lejano Oriente documentos de US$ 200 millones en pagos

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CEDOC PERFIL VACACIONES. Pese a la polémica, el funcionari­o permaneció en la playa de Brasil donde descansaba.
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